lunes, 14 de julio de 2008

El camino de baldosas amarillas

The Wonderful Wizard of Oz
Chapter 2: The Council with the Munchkins
"The North is my home," said the old lady, "and at its edge is the same great desert that surrounds this Land of Oz. I'm afraid, my dear, you will have to live with us."
Dorothy began to sob at this, for she felt lonely among all these strange people. Her tears seemed to grieve the kind-hearted Munchkins, for they immediately took out their handkerchiefs and began to weep also. As for the little old woman, she took off her cap and balanced the point on the end of her nose, while she counted "One, two, three" in a solemn voice. At once the cap changed to a slate, on which was written in big, white chalk marks:
"LET DOROTHY GO TO THE CITY OF EMERALDS"
The little old woman took the slate from her nose, and having read the words on it, asked, "Is your name Dorothy, my dear?"
"Yes," answered the child, looking up and drying her tears.
"Then you must go to the City of Emeralds. Perhaps Oz will help you."
"Where is this city?" asked Dorothy.
"It is exactly in the center of the country, and is ruled by Oz, the Great Wizard I told you of."
"Is he a good man?" inquired the girl anxiously.
"He is a good Wizard. Whether he is a man or not I cannot tell, for I have never seen him."
"How can I get there?" asked Dorothy.
"You must walk. It is a long journey, through a country that is sometimes pleasant and sometimes dark and terrible. However, I will use all the magic arts I know of to keep you from harm."
"Won't you go with me?" pleaded the girl, who had begun to look upon the little old woman as her only friend.
"No, I cannot do that," she replied, "but I will give you my kiss, and no one will dare injure a person who has been kissed by the Witch of the North."
She came close to Dorothy and kissed her gently on the forehead. Where her lips touched the girl they left a round, shining mark, as Dorothy found out soon after.
"The road to the City of Emeralds is paved with yellow brick," said the Witch, "so you cannot miss it. When you get to Oz do not be afraid of him, but tell your story and ask him to help you. Good-bye, my dear."
The three Munchkins bowed low to her and wished her a pleasant journey, after which they walked away through the trees. The Witch gave Dorothy a friendly little nod, whirled around on her left heel three times, and straightway disappeared, much to the surprise of little Toto, who barked after her loudly enough when she had gone, because he had been afraid even to growl while she stood by.
But Dorothy, knowing her to be a witch, had expected her to disappear in just that way, and was not surprised in the least.

El Mago de Oz
Capítulo segundo: La reunión con los munchkins
—El norte es mi hogar –dijo la vieja–, y en su extremo aparece el mismo gran desierto que rodea este País de Oz. Mucho me temo, querida, que tendrás que vivir con nosotros.
Dorothy comenzó a sollozar; se sentía muy sola entre todas esas personas extrañas. Sus lágrimas parecieron ablandar también a los bonachones munchkins, que enseguida sacaron los pañuelos y rompieron a llorar. La viejecita, en cambio, se quitó el gorro y apoyó el pico en la punta de la nariz, haciendo equilibrio, mientras cantaba «uno, dos, tres» con voz solemne. De pronto el gorro se transformó en una pizarra, en la que se leía, escrito con tiza en grandes caracteres:
«QUE DOROTHY VAYA A LA CIUDAD ESMERALDA»
La viejecita sacó la pizarra de la nariz y, después de leer las palabras escritas, preguntó:
—¿Te llamas Dorothy, querida?
—Sí –respondió la niña, alzando la mirada y secándose las lágrimas.
—Entonces debes ir a la Ciudad Esmeralda. Oz quizá pueda ayudarte.
—¿Dónde queda esa ciudad? –preguntó Dorothy.
—Está exactamente en el centro del país, y la gobierna Oz, el Gran Mago del que te he hablado.
—¿Es un hombre bueno? –quiso saber la niña, angustiada.
—Es un buen mago. No puedo decirte si es o no un hombre, pues nunca lo he visto.
—¿Cómo puedo llegar a ese sitio? –preguntó Dorothy.
—Debes caminar. Es un largo viaje, por un país a veces agradable y a veces oscuro y terrible. Sin embargo, yo usaré todas las artes mágicas que conozco para que nada te haga daño.
—¿No irás conmigo? –suplicó la niña, que había empezado a ver en la Bruja su única amiga.
—No, no lo puedo hacer –respondió la vieja–; pero te daré mi beso, y nadie lastimará a una persona que ha sido besada por la Bruja del Norte.
Se acercó a Dorothy y la besó con suavidad en la frente. Donde la tocaron los labios –Dorothy lo descubrió más tarde– quedó una marca redonda y brillante.
—El camino a la Ciudad Esmeralda está pavimentado con baldosas amarillas –dijo la Bruja–, así que no podrás confundirte. Cuando llegues ante Oz, no temas, cuéntale tu historia y pídele ayuda. Adiós, querida.
Los tres munchkins le hicieron una profunda reverencia y le desearon un agradable viaje; luego se alejaron entre los árboles. La Bruja se despidió de Dorothy con una amistosa inclinación de cabeza, giró tres veces sobre el tacón izquierdo e instantáneamente desapareció, ante la sorpresa del pequeño Totó, que al no verla más se puso a ladrar con fuerza; en su presencia ni siquiera se había atrevido a gruñir.
Pero Dorothy, al saber que era una bruja, había esperado que desapareciera de ese modo, y no se sorprendió.

El Mago de Oz
(Traducción:Marcial Souto)
L.Frank Baum

2 comentarios:

Ar Lor dijo...

Que San Jerónimo me perdone, pero he sustituido en la traducción de Souto,
"ladrillos" por "baldosas".

Higinio dijo...

Al cambiar ladrillos amarillos por baldosas amarillas, Ar Lor logra que el camino pavimentado de ladrillos rojos que lleva a la Ciudad Esmeralda (recordemos que un ladrillo es una masa de arcilla cocida, y, por lo general,áspera y rugosa)sea ahora liso y suave, al ser de baldosas amarillas (una baldosa es un ladrillo,pero, por lo común, fino). Por lo tanto la niña y el perro caminarán más fácilmente, y menos cansados les parecerá más bella la Ciudad Esmeralda.
Decir, también, que estos mínimos cambios no afectan a la aventura.
Es, en suma, un acierto, como el de los patucos.