martes, 16 de septiembre de 2008

Plutonia

rpongsaj:Woolly Mammoth (Royal BC Museum, Victoria, British Columbia)
Plutonia
Capítulo XII
Las colinas errantes
Kashtánov y Pápochkin llevaban corriendo más de un cuarto de hora y las colinas oscura parecían casi tan lejanas como al principio.
- Esta maldita niebla molesta horriblemente para calcular bien las distancias -dijo el zoólogo deteniéndose a recobrar el aliento-. Estaba convencido de que nos encontrábamos cerca de las colinas y, con todo el tiempo que llevamos corriendo, apenas nos hemos aproximado. Casi no puedo respirar.
- Bueno, pues vamos a descansar -propuso Yashtánov-. Las colinas no se van la escapar.
Estaban de pie, apoyados sobre las escopetas. Súbitamente, Pápochikin, que miraba hacia las colinas, exclamó:
- ¡Esto es extraordinario si no se trata de una ilusión óptica! Me ha parecido que se movían nuestras colinas.
- Es un efecto de la niebla, que se desplaza -contestó tranquilamente Kashtánov encendiendo su pipa.
- Pues no. ¡Ahora veo con toda claridad que se mueven las colinas! ¡Mire usted, mire usted
pronto!
Delante, a escasa distancia, se veían ahora con nitidez cuatro manchas oscuras que se desplazaban lentamente por la tundra.
- Habitualmente, los montes de basalto o de cualquier otro mineral volcánico suelen estarse quietos en su sitio -observó sarcástico Pápechkin-. Aunque, ¿quién sabe? Es posible que en este país de los fenómenos inexplicables también anden de un lado para otro las colinas de ese género. ¡Lástima que no haya venido con nosotros Borovói!
Mientras tanto Kashtánov había cogido sus prismáticos y observaba con ellos las colinas
movedizas.
- ¿Sube usted una cosa, Semión Semiónovich? -dijo con voz trémula de emoción-. Pues que esas colinas no son de mi competencia, sino de la de usted, porque se trata de grandes animales parecidos a elefantes: veo muy bien sus largas trompas.
Reanudaron su carrera y sólo se detuvieron cuando la niebla empezó de nuevo a disiparse. Las masas oscuras estaban ya mucho más próximas.
- Vamos a tendernos en el suelo -propuso el zoólogo-. De lo contrario, pueden advertir nuestra presencia y escapar.
Así lo hicieron. Ahora Pápochkin tenía los prismáticos, esperando el momento propicio. La niebla se disipó al fin bastante para poder distinguir a unos cuatrocientos o cuatrocientos cincuenta pasos cuatro proboscidios que arrancaban ramas de los arbustos enanos y se las llevaban a la boca doblando elegantemente la trompa. Tres eran muy voluminosos y el cuarto un poco más pequeño.
- Tienen enormes colmillos -dijo Pápochkin- muy retorcidos. El cuerpo está cubierto de un tupido pelaje pardo. Tienen unos rabos cortos que agitan alegremente. Si no supiera que los mamuts han desaparecido de nuestro planeta, diría que no son elefantes sino mamuts.


Plutonia
(Trad. Isabel Vicente)
V.Obruchev

1 comentario:

Manuel dijo...
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