jueves, 18 de junio de 2009

Sobre los vientos

Ludwig Hans Fischer. El viento del desierto.

En el sur de Marruecos hay un viento en forma de torbellino, el aajej, contra el que los feyahin se defienden con cuchillos. Otro es el africo, que a veces ha llegado hasta la ciudad de Roma. El alm, viento otoñal, procede de Yugoslavia. El arifi, también llamado aref o rifi, abrasa con numerosas lenguas. Esos son vientos permanentes, que viven en el presente.

Otro es el----, viento secreto del desierto, cuyo nombre suprimió un rey después de que su hijo muriera arrastrado por él. El nafhat, es una ráfaga procedente de Arabia. El mezzar-ifoullousen, violento y frío, procede del Sudoeste; los bereberes lo llaman "el que despluma las aves de corral". El beshabar -viento negro- es otro viento sombrío y seco procedente del Nordeste, del Caúcaso. El samiel -"veneno y viento"- procede de Turquía y se aprovecha a menudo en las batallas. Tampoco hay que olvidar los otros "vientos envenenados": el simoon, del norte de África, y el solano, cuyo polvo arranca pétalos preciosos y arranca vahídos.

Las tormentas de polvo revisten tres formas: el remolino, la columna y la cortina. En el primero desaparece el horizonte. En la segunda te ves rodeado de "djinns danzantes". La tercera, la cortina, "aparece teñida de cobre, la naturaleza parece arder".

Traducción de Carlos Manzano

El paciente inglés
Michael Ondaatje

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