viernes, 21 de agosto de 2009

Otra vida, una vida alternativa

G. Piana. Biblioteca de libros antiguos.
Hoy me doy cuenta, cuando conduzco por las calles de Jerusalén sin rumbo, de que lo único atractivo en la idea de tener una casa es para albergar mi biblioteca, y probablemente la biblioteca sería la única "patria" a la que yo pertenecería.
En una época muy temprana, antes de haber tomado una postura sobre "la otra vida", una de mis reservas esenciales referentes al "paraíso" era que no tenía biblioteca. El paraíso tanto en el concepto islámico, como una enorme pradera de recreo en las que corren ríos de alcohol y corretean mujeres hermosas y lícitas, o el paraíso en el concepto cristiano, como vida eterna con el Creador, tal y como la describen los libros de prédica donde los leones salmodian con las monjas. Yo me decía: "me suicido de aburrimiento si me ponen en un paraíso sin biblioteca". Quizá esta idea fuera la que hizo que tomara una postura ante la religión y quizás por su culpa abandoné pronto la idea de ir al paraíso.
Esto fue antes de leer a Borges, que imaginaba al mismo paraíso como una biblioteca, y antes de leer una novela, que se publicó en el año 2005, de un joven novelista libanés en la que imaginaba el infierno como una biblioteca que ocupa una de las plantas de la ciudad, cuyos habitantes no hacen más que copiar voluminosos libros y beber grandes cantidades de agua... La vida también consiste en algo parecido a esto.

Otra vida, una vida alternativa
Najwan Darwish

1 comentario:

Sebastián Gómez Andrade dijo...

Es acomular libros en una pared, no es lógico, pero muchos tenemos la costumbre de hacerlo, ordenar, recordar, oler y luego volver a empezar, una biblioteca propia tiene parte de uno, uno es su biblioteca. Este pequeño texto es precioso, me hace repensar algo cotidiano.