viernes, 4 de septiembre de 2009

«aliquando bonus dormitat Homerus»

Segunda parte del ingenioso caballero
don Quijote de la Mancha
Capítulo III
Del ridículo razonamiento que pasó entre don Quijote,
Sancho Panza y el bachiller Sansón Carrasco
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No hay libro tan malo-dijo el bachiller-, que no tenga algo bueno.
—No hay duda en eso —replicó don Quijote—, pero muchas veces acontece que los que tenían méritamente granjeada y alcanzada gran fama por sus escritos, en dándolos a la estampa la perdieron del todo o la menoscabaron en algo.
—La causa deso es —dijo Sansón— que, como las obras impresas se miran despacio, fácilmente se veen sus faltas, y tanto más se escudriñan cuanto es mayor la fama del que las compuso. Los hombres famosos por sus ingenios, los grandes poetas, los ilustres historiadores, siempre o las más veces son envidiados de aquellos que tienen por gusto y por particular entretenimiento juzgar los escritos ajenos sin haber dado algunos propios a la luz del mundo.
—Eso no es de maravillar —dijo don Quijote—, porque muchos teólogos hay que no son buenos para el púlpito y son bonísimos para conocer las faltas o sobras de los que predican.
—Todo eso es así, señor don Quijote —dijo Carrasco—, pero quisiera yo que los tales censuradores fueran más misericordiosos y menos escrupulosos, sin atenerse a los átomos del sol clarísimo de la obra de que murmuran: que si «aliquando bonus dormitat Homerus», consideren lo mucho que estuvo despierto por dar la luz de su obra con la menos sombra que pudiese, y quizá podría ser que lo que a ellos les parece mal fuesen lunares, que a las veces acrecientan la hermosura del rostro que los tiene; y, así, digo que es grandísimo el riesgo a que se pone el que imprime un libro, siendo de toda imposibilidad imposible componerle tal que satisfaga y contente a todos los que le leyeren.
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Don Quijote de la Mancha
(Edición del Instituto Cervantes
Dirigida por Francisco Rico)

(quandoque bonus dormítat Homerus)
Miguel de Cervantes

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