sábado, 28 de noviembre de 2009

Libros

G. M. Crespi. Libros.
La afición a los libros es una afición laudable. Nos hemos burlado de los bibliófilos y después de todo quizás se presten a la burla: es el caso de todos los enamorados. Pero sería preferible envidiarlos, puesto que han llenado su vida de larga y apacible voluptuosidad. Creemos confundirlos diciéndoles que no leen sus libros. Más uno de ellos ha respondido sin dubitación: "Y vosotros coméis en los antiguos platos que coleccionáis?" ¿Hay nada más honesto que colocar libros en un armario? Esto recuerda el cuidado que se toman los niños en levantar montones de arena a orillas del mar. Inútilmente trabajan, porque todo lo que erigen caerá enseguida. Sin duda sucede lo mismo con las colecciones de libros y cuadros. Pero de ello no hay que acusar más que a las vicisitudes de la existencia y a la brevedad de la vida. La mar se lleva los montones de arena, el tasador dispersa en pública subasta las colecciones. Y sin embargo, nada tan natural como levantar montes de arena a los diez años y colecciones a los sesenta. Nada quedará de cuanto elevemos, y el amor de los bibelots no será más vano que los demás amores.

El jardín de Epicuro
Anatole France

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