miércoles, 17 de febrero de 2010

Los cantos de Maldoror

El rapto místico como vía al infinito
Un día, con los ojos vidriosos, me dijo mi madre: "Cuando estés en cama y oigas los ladridos de los perros en el campo, ocúltate bajo los cobertores; no te burles de lo que hacen: tienen sed insaciable de infinito, como tú, como yo, como todos los otros humanos de rostro pálido y alargado. Hasta te permito que, acercándote a la ventana, observes ese espectáculo por demás sublime." Desde entonces respeto la voluntad de la muerta. Igual que los perros, experimento esa necesidad de infinito... Pero ¡no puedo, no puedo satisfacer esa necesidad! Hijo soy de hombre y de mujer, según me han dicho. Lo que me deja asombrado... Creía ser más.
Los cantos de Maldoror
Isidore Ducase. Conde de Lautremont

3 comentarios:

Ar Lor dijo...

Me parece a mí que este monje es un poco pillo y que lo que lleva puesto no es un hábito, sino un tabardo.
¿Pertenece a alguna nueva orden? ¿Los monjes tabarderos, por ejemplo?
¿Se dedican a cuidar que las novicias no se descuiden, pregunto?

Gavilán dijo...

Es, en efecto, el fundador de la orden del Tabardo (por debajo van desnudos), una de cuyas reglas es no dormir nunca solos.

Ar Lor dijo...

Yo sospechaba algo, pues esa cara, es de los que piensan que a la noche, en los Maitines y Laudes, van a consolar a alguna novicia.
No me asustes ahora diciéndome que la consolación, no tiene horarios para ellos.