miércoles, 31 de marzo de 2010

Aguas de Marzo

Elis Regina interpreta "Aguas de Março"

Letra y música de Antonio Carlos Jobim

Es palo, es piedra, es el fin del camino
Es un resto de tronco, está un poquito solo
Es un casco de vidrio, es la vida, es el sol
Es la noche, es la muerte, es un lazo, un anzuelo
Es un árbol del campo, un nudo en la madera
Caingá, candela, es matita de pera.
Es madera del viento, alud en precipicio
Es misterio profundo
Es el quiera o no quiera
Es el viento soplando, el fin de la ladera
Es la viga, es el vano, la fiesta del tijeral
Es la lluvia cayendo, la voz de la ribera
De las aguas de marzo, el fin del cansancio
Es el pie, es el suelo, es marcha andariega
Pajarito en la mano, piedra del tira-piedras.

Un ave en el cielo, un ave en el suelo
Un arroyo, una fuente
Un pedazo de pan
Es el fondo del pozo, es el fin del camino
En el rostro el disgusto, está un poquito solo.
Es un tarugo, un clavo
Una punta, un punto
Una gota cayendo, Una cuenta, un cuento
Es un pez, es un gesto
Es la plata brillando
Es luz de la mañana, un ladrillo llegando
Es la leña, es el día, es el fin de la huella
La botella de ron, reventón caminero
El proyecto de casa, es el cuerpo en la cama
Es el coche atascado, es el barro, es el barro

Es un paso, un puente, es un sapo, una rana
Es un resto de campo en la luz de la mañana
Son las aguas de marzo cerrando el verano
Es la promesa de vida en tu corazón.

Es una culebra, es un palo, es Juan y José
Un espino en la mano, es un corte en el pie
Son las aguas de marzo cerrando el verano
La promesa de vida de tu corazón.
Es palo, es piedra, es el fin del camino
Es un resto de tronco, está un poquito solo
Es un paso, es un puente
Es un sapo, una rana
Es un bello horizonte, una fiebre terciana
Son las aguas de marzo cerrando el verano
La promesa de vida en tu corazón.

Palo, piedra, fin del camino

Tom Jobim

Ben Hur

Lewis Wallace. Ben Hur. Edición de 1957.
De uno de aquellos barrancos -o, más concretamente, del que corre por el extremo del Jebel y, extendiéndose del este hacia el norte, acaba por constituir el lecho del río Jabbok- salía un viajero que se dirigía hacia las altiplanicies del desierto.
Para este personaje reclamamos en primer lugar la atención del lector.
A juzgar por su aspecto, tenía los cuarenta y cinco años bien cumplidos. Su barba, en otro tiempo del negro más intenso, descendiendo en ancho raudal sobre el pecho, estaba surcada pòr hebras blancas. Su cara era negra como un grano de café tostado, y tan escondida por un rojo kufiyeh (como llaman hoy en día los hijos del desierto el pañuelo que les protege la cabeza) que no era visible sino en parte. De vez en cuando levantaba los ojos, unos ojos grandes y negros, Vestía las holgadas prendas que imperan en el Este; si bien no es posible describir más particularmente el estilo de las mismas, porque el viajero iba sentado debajo de una minúscula tienda, cabalgando un gran dromedario blanco.

Ben Hur
Lewis Wallace

«Un leve roce puede matar la rosa»

Rubaiyat
VII
El tiempo, inexorable, va fluyendo. ¿Qué ha sido
de Bagdad y de Balk? Un leve roce puede
matar la rosa. Bebe, y al mirar las estrellas
medita en las culturas que se tragó el desierto.

Rubaiyat
(Prólogo, traducción del árabe y notas de Jose Gibert )
(Puestos en verso castellano por Diego Navarro)
(En la hora en que el alba asoma por Oriente)

martes, 30 de marzo de 2010

Nada que temer

Imagen tal como aparece en bibliotecaronco.com

Y he aquí la apuesta que casi no lo parece: "¡Vamos, cree! No pierdes nada." Esta versión, parecida al té flojo, el cansino murmullo de un un hombre con un dolor de cabeza metafísico, proviene de los cuadernos de Wittgenstein. Si fueras la Deidad, quizá no te impresionase mucho un respaldo tan tibio. Pero algunas veces, probablemente, que "no pierdes nada" , aparte de que no es verdad, a algunos podría parecerles una pérdida irreductible, innegociable.
Sirva de ejemplo: unos veinte años antes de escribir esta nota, Wittgenstein trabajaba de profesor en varios pueblos remotos de la baja Austria. Los lugareños le consideraban austero y excéntrico, pero entregado a sus alumnos; además, a pesar de sus propias dudas religiosas, estaba dispuesto a empezar y acabar cada día lectivo con el padrenuestro. Cuando enseñaba en Trattenbach , llevó a sus alumnos a una excursión escolar a Viena. Como la estación más cercana se encontraba en Gloggnitz, a unos veinte kilómetros, la excursión comenzó con una caminata pedagógica a través del bosque que había entre las dos localidades, y pidió a los niños que identificaran las plantas y las piedras que habían estudiado en clase. En Viena pasaron dos días haciendo lo mismo con muestras de arquitectura y tecnología. Después tomaron el tren de regreso a Gloggnitz. Cuando llegaron anochecía. Emprendieron la caminata de veinte kilómetros. Wittgenstein, intuyendo que muchos de los alumnos estaban asustados, iba de uno a otro, diciendo en voz baja "¿Tienes miedo? Pues entonces sólo tienes que pensar en Dios." Estaban, literalmente en un bosque oscuro. ¡Vamos, cree! No pierdes nada. Y así era, en teoría. Un Dios inexistente te protegerá de los inexistentes elfos, duendecillos y demonios del bosque, aunque no de los lobos y osos (y leonas) existentes.
Un experto en Wittgenstein señala que aunque el filósofo no era "una persona religiosa" , había en él, "en cierto sentido, la posibilidad de religión"; pero su idea de ella era menos la creencia en un creador que un sentimiento de pecado y un deseo de juicio. Pensaba que "la vida puede enseñarte a creer en Dios": es una de sus últimas notas. También se imaginaba respondiendo a la pregunta de si sobreviviría o no a la muerte, y contestaba que no podía decirlo: no por las razones que tú o yo podríamos aducir, sino porque "no tengo una idea clara de lo que estoy diciendo cuando digo no dejo de existir . No creo que muchos de nosotros lo sepamos, salvo los fundamentalistas y los que se inmolan esperando recompensas muy concretas. No obstante, seguramente está más a nuestro alcance entender lo que esto significa que lo que podría dar a entender.
Si me declaré ateo a los veinte y agnóstico a los cincuenta, no es porque entretanto haya adquirido más conocimiento: sólo una mayor conciencia de mi ignorancia. ¿Cómo podemos estar seguros de que conocemos lo suficiente para conocer? Al igual que los neodarwinianos del siglo XXI, convencidos de que el sentido y el mecanismo de la vida sólo han estado plenamente claros desde el año 1859, nos consideramos categóricamente más sabios que aquellos crédulos postrados de rodillas que, hace un soplo de tiempo, creían en un propósito divino, un mundo ordenado, la resurrección y un Juicio Final. Pero aunque estemos mejor informados no hemos evolucionado más ni somos ciertamente más inteligentes que ellos. ¿Qué nos asegura que nuestro conocimiento es definitivo?

"Nada que temer"
Julian Barnes

Contra el secreto profesional

César Vallejo frente a la Puerta de Brandeburgo en Berlín, Alemania. Fuente:Wikimedia.

Salgo a la calle y hay calle. Me echo a pensar y hay siempre pensamiento. Esto es desesperante.

Contra el secreto profesional
César Vallejo

Moby Dick. Citas

Rocwell Kent. Moby Dick.

Y cualquier cosa más que entre en el caos de la boca de este monstruo, ya sea bestia, barco o piedra, es devorada al punto en su terrible y gigantesco trago, y perece en el abismo sin fondo de su panza. Holland. Obras morales de Plutarco.

Y mientras que todas las demás cosas, ya sean bestias o navíos, que entran en el terrible abismo de la boca de ese monstruo (la ballena) se pierden inmediatamente y son tragadas, el gobio de mar se refugia en ella con la mayor de las seguridades y allí duerme. Montaigne. Apología de Raimundo Sebond.

Moby Dick
Herman Melville

lunes, 29 de marzo de 2010

EL ZARATAN

EL ZARATAN
Hay un cuento que ha recorrido la geografía y las épocas; el de los navegantes que desembarcan en una isla sin nombre, que luego se abisma y los pierde, porque está viva. Figura esta invención en el primer viaje de Simbad y en el canto sexto del Orlando Furioso (Ch'ella sia una isoletta ci credemo); en la leyenda irlandesa de San Brandán y en el bestiario griego de Alejandría; en la Historia de las Naciones Septentrionales (Roma, 1555), del prelado sueco Olao Magno, y en aquel pasaje del primer canto del Paraíso perdido, en el que se
compara el yerto Satán con una gran ballena que duerme sobre la espuma noruega (Him hap'ly slumbering on the Norway foam).
Paradójicamente, una de las primeras redacciones de la leyenda la refiere para negarla. Consta en el Libro de los animales de Al-Yahiz, zoólogo musulmán de principios del siglo IX. Miguel Asín Palacios la ha vertido al español con estas palabras:
"En cuanto al Zaratán, jamás vi a nadie que asegurase haberlo visto con sus ojos. Algunos marineros pretenden que a veces se han aproximado a ciertas islas marítimas; y en ellas había bosques y valles y grietas; y han encendido un gran fuego; y cuando el fuego ha llegado al dorso del Zaratán, ha comenzado éste a deslizarse (sobre las aguas) con ellos (encima) y con todas las plantas que sobre él había; hasta tal punto, que sólo el que consiguió huir pudo salvarse. Este cuento colma todos los relatos más fabulosos y atrevidos".
Consideremos ahora un texto del siglo XIII. Lo escribió el cosmógrafo AI-Qazwiní y procede de la obra titulada Maravillas de la creación. Dice así:
"En cuanto a la tortuga marina, es de tan desaforada grandeza que la gente del barco la toma por una isla. Uno de los mercaderes ha referido:
"Descubrimos en el mar una isla que se elevaba sobre el agua, con verdes plantas, y desembarcamos y en la tierra cavamos hoyos para cocinar, y la isla se movió, y los marineros dijeron: "Volved, porque es una tortuga, y el calor del fuego la ha despertado, y puede perdernos".
En la Navegación de San Brandán se repite la historia:
"...y entonces navegaron, y arribaron a aquella tierra, pero como en algunos lugares había escasa profundidad, y en otros, grandes rocas, fueron a una isla, que creyeron segura, e hicieron fuego para cocinar la cena; pero San Brandán no se movió del buque. Y cuando el fuego estaba caliente y la carne a punto de asarse, esta isla empezó a moverse, y los monjes se asustaron y huyeron al buque dejando el fuego y la carne, maravillándose del movimiento.
Y San Brandán los reconfortó y les dijo que era un gran pez llamado Jasconye, que día y noche trata de morderse la cola, pero es tan largo que no puede".
En el bestiario anglosajón del Códice de Exeter, la peligrosa isla es una ballena, "astuta en el mal", que embauca deliberadamente a los hombres. Estos acampan en su lomo y buscan descanso de los trabajos de los mares; de pronto, el Huésped del Océano se sumerge y los marineros se ahogan.
En el bestiario griego, la ballena quiere significar la ramera de los Proverbios ("sus pies descienden a la muerte; sus pasos sustentan el sepulcro"); en el bestiario anglosajón, simboliza el Diablo y el Mal. Guardará ese valor simbólico en Moby Dick, que se escribirá diez siglos después.
El libro de los seres imaginarios
(El Manual de zoología fantástica)

Jorge Luis Borges/Margarita Guerrero

Don Quijote de la Mancha

Antonio Fuertes. Don Quijote.

Yendo, pues, caminando nuestro flamante aventurero, iba hablando consigo mesmo y diciendo:
-¿Quién duda sino que en los venideros tiempos, cuando salga a luz la verdadera historia de mis famosos hechos, que el sabio que los escribiere no ponga, cuando llegue a contar esta mi primera salida tan de mañana, desta manera?: "Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus arpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora, que, dejando la blanca cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba, cuando el famoso caballero Don Quijote de la Mancha, dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso caballo Rocinante, y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel".
Y era la verdad que por él caminaba.

Don Quijote de la Mancha
Miguel de Cervantes

domingo, 28 de marzo de 2010

Uno y el Universo

Ernesto Sabato, 1964. Foto de Leonard MacCombe.

DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA

H. G. Wells dice: "Fue una desgracia para la ciencia que los primeros europeos que llegaron a América fueran españoles sin curiosidad científica, sólo con sed de oro, y que, movidos por ciego fanatismo, todavía exacerbado por una reciente guerra religiosa, apenas hicieran muy pocas observaciones interesantes sobre las costumbres e ideas de estos pueblos primitivos. Los asesinaron, los robaron, los esclavizaron, pero no tomaron ni una nota de sus costumbres".
El botánico Hicken emite el siguiente veredicto: "Llegaron, pues, los primeros exploradores al Río de la Plata con el bagaje aristotélico, casi completamente analfabetos...".
Dejando de lado esta idea de la formación aristotélica en los marineros españoles -y la valerosa sinonimia entre aristotelismo y analfabetismo- las opiniones citadas reflejan el juicio que existió durante mucho tiempo sobre el descubrimiento y colonización de América. No se ve claro, sin embargo, cómo pueden realizarse el descubrimiento de un continente, los largos y riesgosos viajes marítimos, el trazado de cartas geográficas y la explotación de las minas peruanas y mejicanas, sin conocimientos de astronomía, geografía, náutica, cartografía y metalurgia. Hay motivos para acusar a H. G. Wells de falta de imaginación, lo que es singular, y al doctor Hicken de optimismo exagerado sobre la posibilidad de combinar la doctrina de Aristóteles con el analfabetismo.

Uno y el Universo
Ernesto Sabato

sábado, 27 de marzo de 2010

«El Señor es sutil, pero no malicioso»

Fuente de la imagen: Wikipedia
«El Señor es sutil, pero no malicioso»
(«La naturaleza oculta su misterio tras su grandeza, pero no maliciosamente»)
Raffiniert ist der Herrgott, aber boshaft ist Er nicht»)
José A. de Azcárraga)

viernes, 26 de marzo de 2010

El espejo del mar

Pachi. Galeón inglés.

El mar -ésta es una verdad que debe reconocerse- carece de toda generosidad. No se sabe de ningún alarde de cualidades viriles -valor, audacia, entereza, fidelidad- que haya conmovido jamás su irresponsable conciencia de poder. El océano tiene el temperamento falto de escrúpulos de un autócrata salvaje malcriado por la mucha adulación. No puede soportar el menor asomo de desafío, y no ha dejado de ser el enemigo irreconciliable de barcos y hombres desde que los barcos y los hombres tuvieron la inaudita osadía de echarse a navegar juntos pese a su ceño. Desde ese día no ha cesado de engullir flotas y hombres sin que su resentimiento se haya visto saciado por el número de víctimas, por tantos barcos naufragados y tantas vidas truncadas. Hoy, como siempre, está presto a seducir y traicionar, a destruir y a ahogar el incorregible optimismo de los hombres que, respaldados por la fidelidad de los barcos, intentan extraer de él la fortuna de sus casas, el dominio de sus mundos, o tan sólo una migajas de comida para aplacar su hambre. Si no siempre está de humor tan encendido como para destruir, sí está siempre, celadamente, listo para ahogar. El más asombroso prodigio de todo el piélago es su insondable crueldad.

Traducción de Javier Marías

El espejo del mar
Joseph Conrad

jueves, 25 de marzo de 2010

Islandia


Impresionante temporal sorprende a un pesquero en Islandia

Crónicas marcianas


Llegaron al canal. Era largo y recto y fresco, y reflejaba la noche.
-Siempre quise ver un marciano -dijo Michel-. ¿Dónde están, papá? Me lo prometiste.
-Ahí están -dijo papá, sentando a Michel en el hombro y señalando las aguas del canal.
Los marcianos estaban allí. Timothy se estremeció.
Los marcianos estaban allí, en el canal, reflejados en el agua: Timothy y Michel y Robert y papá y mamá.
Los marcianos les devolvieron una larga, larga mirada silenciosa desde el agua ondulada...

"Crónicas marcianas"
Ray Bradbury

El goce de viajar

Lin Yutang. La importancia de vivir. Editorial Diana, México, D.F. Sin fecha de Edición.

Hay una gran diferencia entre ver las cosas y no ver nada. Muchos viajeros que ven cosas no ven nada en realidad, y muchos que no ven nada ven mucho. Me divierte sobremanera enterarme de que un autor va a un país extranjero "para obtener material para su nuevo libro", como si ya hubiese agotado todo lo que hay que ver en la humanidad de su ciudad o su país, y como si el tema se pudiera agotar alguna vez.

El equipo más necesario para un viajero es "un talento especial en el pecho y una visión especial bajo las cejas", como lo expresó el famoso crítico teatral chino en su famoso comentario sobre el drama Cámara occidental. Lo que interesa es saber si uno tiene corazón para sentir y ojos para ver. Si no los tiene, sus visitas a las montañas son pura pérdida de tiempo y de dinero; en cambio, si tiene "un talento especial en el pecho y una visión especial bajo las cejas", podrá obtener el más grande júbilo de los viajes sin ir siquiera a las montañas, permaneciendo en su casa y mirando a su alrededor, y recorriendo los campos para contemplar una nube fugitiva, o un perro, o una cerca, o un árbol solitario.

Traducción de Román A. Jiménez

La importancia de vivir
Lin Yutang

miércoles, 24 de marzo de 2010

Empédocles de Agrigento

Empédocles de Agrigento. Fuente: Thomas Stanley, 1655, Historia de la Filosofía.

Dice que el sol es una gran masa de fuego y mayor que la luna. Que ésta es semejante a un disco; el cielo al cristal y que el alma se viste de toda especie de animales y plantas; pues dice:

Yo fui en otro tiempo muchacho y muchacha,
arbusto, ave, y mudo pez marino.

Vidas de los más ilustres filósofos griegos
Diógenes Laercio

lunes, 22 de marzo de 2010

Antología poética

Imagen tal como aparece en mujerongashoy.blogspot.com

Vivamos, querida Lesbia, y amémonos,
y las habladurías de los viejos
nos importen todas un bledo.
Los soles pueden salir y ponerse;
nosotros, tan pronto acabe nuestra efímera vida,
tendremos que vivir una noche sin fin.
Dame mil besos, después cien,
luego otros mil, luego otros cien,
después hasta dos mil, después otra vez cien;
luego, cuando lleguemos a muchos miles,
perderemos la cuenta para ignorarla
y para que ningún malvado pueda dañarnos,
cuando se enteren del total de nuestros besos.

"Besos para Catulo"
Gayo Valerio Catulo

domingo, 21 de marzo de 2010

Nos han dado la tierra

Troncos. Fotografía de Juan Rulfo.

DESPUÉS DE TANTAS HORAS de caminar sin encontrar ni una sombra de árbol, ni una semilla de árbol, ni una raíz de nada, se oye el ladrar de los perros.
Uno ha creído a veces, en medio de este camino sin orillas, que nada habría después; que no se podría encontrar nada al otro lado, al final de esta llanura rajada de grietas y de arroyos secos. Pero sí, hay algo. Hay un pueblo. Se oye que ladran los perros y se siente en el aire el olor del humo, y se saborea ese olor de la gente como si fuera una esperanza.
Pero el pueblo está todavía muy allá. Es el viento el que lo acerca.

El llano en llamas
Juan Rulfo

El arte de viajar

Henry Winzenried. Pompeya.

El mundo del viajero es egocéntrico; antropomorfo: el sol sale y se pone para él, y para guiarle tiene misteriosamente a mano señales y portentos.

Al principio, el viaje despoja al viajero de la importancia que disfrutaba en su hogar, la sensación de ser apreciado y atendido, y de todos los falsos aditamentos y la inflación artificial de su personalidad, que debe ser reducida a su mínima expresión antes de que pueda desarrollarse de nuevo. Por primera vez en años está a solas consigo mismo y pronto se pregunta que tienen los dos en común. También a menudo puede que vuelva curado sólo para que su identidad, su laguna de Narciso, se malogre de nuevo. Hay que partir en un nuevo viaje, y pronto es un caso perdido, un voyageur traqué, un adicto al viaje.
Ningún lugar puede sostener la emoción que despierta el ir hasta él. La llegada es un anticlimax. El diluvio universal arrastró el jardín del Edén por el Éufrates y lo convirtió en una isla desierta "para demostrar -como explica Milton- que Dios no atribuye santidad a ningún lugar, sino a lo que allí lleven los hombres". El turismo está destruyendo el viaje, cubriendo de restricciones el placer del movimiento -"Tienes que ver esto; no me puedo creer que no visitarais aquello"-, una serie de obligaciones irrelevantes ha hecho despreciable un arte que permanecía inmaculado.

Obra selecta
Cyril Connolly

sábado, 20 de marzo de 2010

Poemas

Biblioteca. Fotografía de Gavilán.
Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos.

Si no siempre entendidos, siempre abiertos
o enmiendan o fecundan mis asuntos;
y en músicos callados contrapuntos
al sueño de la vida hablan despiertos.

Las grandes almas que la muerte ausenta,
de injurias de los años vengadora,
libra, ¡oh gran don Iosef!, docta la imprenta.

En fuga irrevocable huye la hora;
pero aquélla el mejor cálculo cuenta

que en la lección y en estudios nos mejora.

"Desde la torre"
Francisco de Quevedo

viernes, 19 de marzo de 2010

Sueños


Sueño con una mesa y una silla
Sueño que me doy vuelta en automóvil
Sueño que estoy filmando una película
Sueño con una bomba de bencina
Sueño que soy un turista de lujo
Sueño que estoy colgando de una cruz
Sueño que estoy comiendo pejerreyes
Sueño que voy atravesando un puente
Sueño con un aviso luminoso

Sueño con una dama de bigotes
Sueño que voy bajando una escalera
Sueño que le doy cuerda a una vitrola
Sueño que se me rompen los anteojos
Sueño que estoy haciendo un ataúd

Sueño con el sistema planetario
Sueño con una hoja de afeitar
Sueño que estoy luchando con un perro
Sueño que estoy matando una serpiente

Sueño con pajarillos voladores
Sueño que voy arrastrando un cadáver
Sueño que me condenan a la horca
Sueño con el diluvio universal
Sueño que soy una mata de cardo.

Sueño también que se me cae el pelo.

Nicanor Parra
"Versos de Salón"(1962)

El derrelicto

Johannes Wessmark. Run aground.
Los sentidos del término derrelicto son los siguientes:

Derrelicto: buque u objeto abandonado en el mar (Diccionario de la R. A. E.)
Derelit: I a: objeto voluntariamente abandonado o intencionalmente dejado por su dueño con la intención de no recuperarlo y cuya propiedad es justamente reivindicada por la primera persona que tome posesión de él; sentido específico, un barco abandonado en alta mar. b: extensión de tierra seca descubierta por el mar u otra masa de agua al retroceder de su lecho primero. 2: una persona abandonada u olvidada. (Webster's English Dictionary).

Son condiciones casi necesarias para que se dé el derrelicto:

1. El derrelicto es un objeto concreto, de origen humano, técnico, fabricado.
2. El derrelicto debe ser abandonado, intencional o accidentalmente.
3. El abandono intencional implica un desalojo, un vaciamiento, un gasto (dépense) que comporta, es de suponer, una compensación (física, emocional, moral) para una persona determinada.
4. El abandono accidental implica un accidente: naufragio, diluvio, saqueo.
5. El objeto debe andar a la deriva en un medio: el mar.
6. El objeto puede ser hallado por una persona. En ese caso pasa a ser el propietario del mismo, con el consiguiente desequilibrio (físico, emocional, moral) que comporta este don fortuito.
7. El lugar suele ser la orilla: costa, playa.

El derrelicto
Julián Jiménez Heffernan

jueves, 18 de marzo de 2010

De la inspiración

Tennessee Williams,en su mesa de trabajo, 1956. Foto de Alfred Eisenstaedt.
El proceso por el que se me presenta la idea para una obra ha sido algo que nunca he podido concretar. Una obra parece simplemente materializarse, se va definiendo más y más, como una aparición. Al principio es muy imprecisa, como en el caso de Un Tranvía..., que fue posterior a La casa de fieras.
Tenía simplemente la idea de una mujer en los últimos años de su juventud. Estaba sentada sola en una silla junto a una ventana con la luz de la luna derramándose en una cara desolada, y el hombre con quien iba a casarse le había dado plantón.
Creo que estaba pensando en mi hermana porque estaba locamente enamorada de un joven en la International Shoe Company que le hacía la corte. Era muy guapo, y ella estaba profundamente enamorada de él. Cuando sonaba el teléfono casi se desmayaba. Creía que era él que la llamaba para quedar con ella, ¿sabe? Se veían casi todas las noches y después, simplemente dejó de llamar. Fue entonces cuando Rose empezó a sufrir desequilibrios mentales. De esa visión surgió Un Tranvía..., En aquel entonces llamé la obra, La silla de Blanche a la luz de la luna, que era un mal título. Pero fue a partir de aquella imagen, sabe, de una mujer sentada junto a una ventana, como surgió Un Tranvía...

De la inspiración
Tennessee Williams

El mar

Bob Eggleton. El Kraken
Una vez soltadas las amarras de la barca, ¿quién sabe dónde podrán llevarla un viento súbito, una corriente irresistible? Es así como nuestros pescadores del norte, en contra de su propia voluntad, encontraron América polar, y de ella se trajeron el miedo del siniestro Gröenland. Cada país tiene sus relatos, sus cuentos sobre el mar. Homero, Las mil y una noches han conservado hasta nuestros días un considerable número de estas pavorosas tradiciones; los escollos y las tormentas, las calmas chichas, no menos asesinas, en las que se muere de sed en medio de las aguas, los devoradores de hombres, los monstruos, el Leviatán, el Kraken y la gran serpiente del mar, etc. El nombre que se da al desierto (el país del miedo), hubiera podido dársele al gran desierto marino. Los más audaces navegantes, fenicios y cartagineses, los árabes conquistadores que querían abarcar el mundo, atraídos por las narraciones del país del oro y de las Hespérides, dejan atrás el Mediterráneo, se lanzan sobre la inmensidad del mar, pero se detienen pronto. La lúgubre línea que se encuentra antes del Ecuador les infunde respeto. Allí se detienen y dicen: "Es el mar de las tinieblas". Y se vuelven a su lugar de origen.
"Sería una impiedad violar este santuario. Desgracia para aquél que se deje llevar por su sacrílega curiosidad. Ha sido visto en las últimas islas un coloso, una silueta amenazante que decía: "No vayáis más lejos"".

El mar
Jules Michelet

miércoles, 17 de marzo de 2010

«Nadie su casto cuerpo tendrá en la alcoba obscura»

Pietro Saja: Vestal reclinada. Fuente de la imagen: CARLTON HOBBS
Quirón
La virgen de las vírgenes es inviolable y pura.
Nadie su casto cuerpo tendrá en la alcoba obscura,
Ni beberá en sus labios el grito de victoria,
Ni arrancará á su frente las rosas de su gloria.

Prosas profanas y otros poemas
Rubén Darío

martes, 16 de marzo de 2010

El torrero y la Eterna Permanencia

Faro de Eddystone en el Canal de la Mancha, Gran Bretaña. Fuente LIFE.
El torrero, de mil bigotes -nunca he podido saber cuál era el suyo-, me ha pedido si, por una noche, quería encargarme de la luz. Hemos subido a la torre, me ha enseñado el mecanismo y me ha dado las llaves. Al caer el sol, yo aparejaba y ponía en marcha según prescripción y norma. De momento, me hechizaba el paso de los haces luminosos por las viñas -las cuales diríais que verdeaban como en el mediodía-, por los pinares que se recortaban al fondo de la claridad y por las rocas. Pero mi sorpresa -maravilla, prodigio, magia- se ha producido al darme cuenta de que al estallido de la oscuridad, ya en plena noche, el haz de luz se proyectaba, a cada giro, en un país nuevo, en paisajes inesperados, en islas no previstas, en lugares de fábula y conseja. No soy milagrero: sin embargo, os digo que por todas partes donde se proyectaban los haces de la luz del faro, regulares y monótonos, aparecía lo increíble, como si la roca de la torre, desprendida, surcara, a velocidad no muy fácil de concebir, todos los mares del mundo y cerca de la orilla. Ha habido momentos en los que he creído que la roca y el castillo del faro eran navío que navegaba de noche según un proyecto maduro y germinativo. Las costas con sus puertos y ciudades, los estrechos y los escollos evocadores o terribles, las islas ilustres y fecundas, las playas y los promontorios famosos; y también el Archipiélago con el Templo, las Columnas, la Estatua y el Olivo. ¡Como en pleno día, y yo solo dominando el misterio! Hoy he descubierto el secreto de los torreros a su profesión dura y responsable. Ellos, solitarios, son los videntes de lo que fue y de lo que será. Cada noche y a cada minuto, el haz luminoso les muestra la Eterna Permanencia.

El torrero y la Eterna Permanencia
J. V. Foix

lunes, 15 de marzo de 2010

También se aleja mi compañía


También se aleja mi compañía,
mujeres de ghetto, juglares de taberna,
entre los que pasé tanto tiempo,
y está muerta la joven
de ardiente rostro perenne
untado de aceite de la masa ácima
y oscura carne de hebrea.

Tal vez haya cambiado también mi tristeza,
como si yo fuese no mío,
por mí mismo olvidado.

Salvatore Quasimodo
Versión de Carlo Fabretti
Foto:Mujeres judías en el ghetto de Lodz, Polonia

La Orestíada

John S. Sargent. Orestes perseguido por las Furias.

-Ha llegado un hombre que se parece a Orestes.
-A Orestes sólo se parece Orestes.
-Luego, ha llegado Orestes.

La Orestíada
Esquilo

sábado, 13 de marzo de 2010

El Norte Secreto... y los Yetis

Robert Bateman. El Yeti, 1998.
Por aquella época fuimos a las montañas de Chang Tang.

Allí fue donde por primera vez vi un yeti. Estaba yo inclinado recogiendo hierbas medicinales cuando algo me hizo levantar la cabeza. A unos nueve metros de mí se hallaba el extraño ser del que tanto había oído hablar. Los padres tibetanos suelen asustar a sus niños cuando son traviesos, diciéndoles: "Si no eres bueno , te llevará un yeti". Por fin, pensé, un yeti iba a llevarme a mí. Y, la verdad, no me hacía gracia. Nos quedamos mirándonos fijamente, inmovilizados por el miedo, durante un tiempo que me pareció eterno. Me estaba señalando con una mano mientras emitía un curioso maullido...
Seguramente debí de hacer algún movimiento brusco, quizá un brinco, cuando pude reaccionar, porque el yeti chilló de pronto, se volvió y se alejó dando saltos. Me pareció que daba los saltos con una sola pierna. Mi reacción fue también salir corriendo... en la dirección opuesta, claro está.

Luego vimos varios yetis a lo lejos. Se apresuraron a esconderse en cuanto nos divisaron y nosotros, por supuesto, no los perseguimos. El lama Mingyar Dondup nos dijo que estos yetis eran precedentes de la raza humana que habían tomado un camino diferente en la evolución y que sólo podían vivir en los sitios más recónditos. Con gran frecuencia hemos oído historias de yetis que han abandonado estas regiones para hacer incursiones en los sitios habitados. Se habla también de yetis machos que han raptado a mujeres solitarias. Quizá sea éste el procedimiento que siguen para perpetuar su especie. Algunas monjas tibetanas nos lo han confirmado. Concretamente recuerdo que en un monasterio de monjas nos dijeron que una de ellas fue raptada por un yeti una noche en que se había alejado. Sin embargo, no es de mi competencia escribir sobre estas cosas. Sólo puedo decir que he visto yetis y crías de yetis, y también esqueletos de estos seres casi fabulosos.

El tercer ojo
T. Lobsang Rampa

Palabra

William E. Gladstone, 1830. Retrato de W. H. Mote.

Es preferible escribir una palabra en la roca a cien sobre el agua o en la arena.

Escritos
William E. Gladstone

viernes, 12 de marzo de 2010

El monte

Hans Parlevliet. Paisaje.

Cuando Juan salió al campo, aquella mañana tranquila, la montaña ya no estaba.
La llanura se abría nueva, magnífica, enorme, bajo el sol naciente, dorada.
Allí, de memoria de hombre, siempre hubo un monte, cónico, peludo, sucio, terroso, grande, inútil, feo. Ahora, al amanecer, había desaparecido.
Le pareció bien a Juan. Por fin había sucedido algo que valía la pena, de acuerdo con sus ideas.
-Ya te decía yo -le dijo a su mujer.
-Pues es verdad. Así podremos ir más deprisa a casa de mi hermana.

La uña
Max Aub

Beethoven

Ludwig van Beethoven. Retrato de autor desconocido.

Los últimos cuartetos de Beethoven crearon el público, que antes no existía, para los últimos cuartetos de Beethoven.

Misceláneas
Marcel Proust

jueves, 11 de marzo de 2010

Dársena

Le dije a mi mujer que estaba pensando en salir el sábado temprano y que estaría de vuelta antes de la cena, pero pareció no oírme. Había tenido un día duro en el hospital, uno de esos días duros en que uno de los niños de tu planta termina por sucumbir a la leucemia. Luego, en el metro vuelves a casa y sin ningún motivo te fijas en la joven que está leyendo un libro y te ves a su misma edad. Te preguntas dónde están los veinte años que os separan, qué has hecho de ellos, a dónde habrán ido a parar. Y mirar el reflejo de tu rostro en el cristal de la ventana sólo te confirma que los días venideros han de alejarte más de la espuma de los sueños.

Dársena

Los alimentos terrestres

Antonio Fuertes. Beduinos.
Tugurt.

Árabes acampados en la plaza; fuegos que se encienden; humos en el anochecer casi invisibles.

-¡Caravanas! - Caravanas que llegan por la tarde; caravanas que parten por la mañana; caravanas horriblemente cansadas, ebrias de espejismos y ahora desesperadas. ¡Caravanas! ¡Ojalá pudiese partir con vosotras, caravanas!

Algunas partían hacia el Oriente, en busca del sándalo y las perlas, los pasteles de miel de Bagdad, los marfiles y los bordados.

Algunas partían hacia el Sur, en busca del ámbar y el almizcle, el oro en polvo y las plumas de avestruz.

Las había que partían hacia el Occidente, que partían al anochecer y se perdían en el último deslumbramiento del sol.

Los alimentos terrestres
André Gide

miércoles, 10 de marzo de 2010

Poemas

N A S A - Cielos de chile
¿Y nunca, nunca más, ni en noches llenas
de temblor de astros, ni en alboradas
vírgenes, ni en las tardes inmoladas?
¿Al margen de ningún sendero pálido,
que ciñe el campo, al margen de ninguna
fontana trémula, blanca de luna?
¿Bajo las trenzaduras de la selva,
donde llamándolo me ha anochecido,
ni en la gruta que vuelve mi alarido?
¡Oh, no. Volverlo a ver, no importa dónde,
en remansos de cielo o en vórtice hervidor
bajo unas lunas plácidas o un cárdeno horror!
¡Y ver con él todas las primaveras
y los inviernos, en angustiado
nudo, en torno a su cuello ensangrentado!

"Volverlo a ver"
Gabriela Mistral

martes, 9 de marzo de 2010

En el camino

Jack Kerouac. Fotografía de Elliot Erwitt.

El mes de julio de 1947, tras haber ahorrado unos cincuenta dólares de mi pensión de veterano, estaba preparado para irme a la Costa Oeste. Mi amigo Remi Boncoeur me había escrito una carta desde San Francisco diciéndome que fuera y me embarcara con él en un barco que iba a dar la vuelta al mundo. Juraba que me conseguiría un trabajo en la sala de máquinas. Le contesté y le dije que me contentaba con un viejo carguero siempre que me permitiera realizar largos viajes por el Pacífico y regresar con dinero suficiente para mantenerme en casa de mi tía mientras terminaba mi libro. Me dijo que tenía una cabaña en Mill City y que yo tendría todo el tiempo del mundo para escribir mientras preparábamos todo el lío de papeles que necesitábamos para embarcar. El vivía con una chica que se llamaba Lee Ann; decía que era una cocinera maravillosa y que todo funcionaría. Remi era un viejo amigo del colegio, un francés que se había criado en París y un tipo auténticamente loco... no sabía lo loco que estaba todavía. Esperaba mi llegada en diez días. Mi tía estaba totalmente de acuerdo con mi viaje al Oeste; decía que me sentaría bien; había trabajado intensamente todo el invierno sin salir de casa casi nada; ni siquiera se quejó cuando le dije que tendría que hacer algo de autostop. Lo único que quería era que volviera entero. Así que, dejando la gruesa mitad de mi manuscrito encima de la mesa de trabajo, y plegando por última vez mis cómodas sábanas caseras, una mañana partí con mi saco de lona en el que había metido unas cuantas cosas fundamentales y me dirigí hacia el Océano Pacífico con cincuenta dólares en el bolsillo.

En el camino
Jack Kerouac

lunes, 8 de marzo de 2010

Oda marítima

Eyvind Earle. A sounding of surf. El sonido del surf.

¡Ah, sea como sea, sea hacia donde sea, partir!
Largarse por ahí, por las olas, por el peligro, por el mar,
¡Ir hacia la Lejanía, ir hacia Fuera, hacia la Distancia Abstracta,
indefinidamente, por las noches misteriosas y hondas,
llevado como la polvareda por los vientos, por los vendavales!
¡Ir, ir, ir, ir, de una vez!
¡Toda mi sangre rabia por las alas!
¡Todo mi cuerpo se lanza hacia delante!
¡Salto en mi imaginación como un torrente!
¡Me atropello, rujo, me despeño!...
¡Estallan en espuma mis anhelos
y mi carne es una ola batiendo en los acantilados!

Oda marítima (fragmento)
Fernando Pessoa

La hoja


La hoja
separada de la rama
tirita tiembla
sólo cuando toca el suelo
se calma


Ryszard Kapuściński
De "Leyes naturales" 2oo6

Versión de Abel A. Murcia Soriano

domingo, 7 de marzo de 2010

Camionero

Roberto Carlos

Ya rodé por mi país entero

como todo camionero

tuve lluvia y cerrazón.


Cuando llueve el limpiador desliza

va y viene el parabrisas late igual mi corazón.

sábado, 6 de marzo de 2010

El cine de los sábados

Antonio Martínez Sarrión. Foto de Luis Sevillano, 2010.
maravillas del cine galerías
de luz parpadeante entre silbidos
niños con sus mamás que iban abajo
entre panteras un indio se esfuerza
por alcanzar los frutos más dorados
ivonne de carlo baila en scherezade
no sé si danza musulmana o tango
amor de mis quince años marilyn
ríos de la memoria tan amargos
luego la cena desabrida y fría
y los ojos ardiendo como faros

Teatro de operaciones
Antonio Martínez Sarrión

viernes, 5 de marzo de 2010

Viaje a Lhasa

Nicolás Roerich. Lhasa.
La región que atravesábamos remontando la orilla derecha del Salouen estaba mucho más poblada que las que habíamos recorrido desde que entramos en el Tíbet. Había muchas aldeas y los cultivos cubrían la mayor parte de las tierras bajas. Los bosques habían desaparecido y, en las alturas, no se veían más que pendientes áridas. A menudo, el río penetraba en las brechas gigantescas de las montañas, entre rocas, cortadas a pico, como contrafuertes, de la cadena paralela a su lecho. Estos peñascos a veces cortaban el valle obstaculizando nuestra marcha. Cada etapa nos reservaba el placer de una ascensión de varios centenares de metros con descenso, naturalmente obligatorio, de la ladera opuesta y a veces esta gimnasia se repetía dos veces en el mismo día.
Esta parte, tan distinta de las regiones cubiertas de bosques del Kham, o a las inmensas soledades cubiertas de hierba del norte o aun a las áridas mesetas cercanas al Himalaya, nos hacía descubrir un nuevo Tíbet y, por muy cansados que estuviéramos, disfrutábamos más que nunca del encanto de nuestra hermosa aventura y de nuestra vida despreocupada de vagabundos.

Viaje a Lhasa
Alexandra David-Néel

jueves, 4 de marzo de 2010

Escritos al dorso de dos cartas postales

E. O. Hoppe. Faro de la isla de New Providence, Bahamas, 1927.

Une sirène pleure
Le départ d'un bateau
Sur l'eau où l'on meurt.

Una sirena llora
La salida de un barco
Sobre el agua que borra.

Traducción de Silvia Baron Supervielle

Las caridades de Alcipo y otros poemas
Marguerite Yourcenar

Titanic

Imágenes del Titanic en su viaje inaugural de Southampton (Inglaterra) hacia Nueva York.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Condiciones que complacen a las flores

Lou Dahua. Peonías en un jarrón.
Una ventana clara.
Un cuarto limpio.
Trípodes antiguos.
Tinteros de piedra Sung.
"Ondas de pinos" y sonidos de río.
El amo que ama pasatiempos y poesía.
Un monje de visita que comprende el té.
Un natural de Chichow llega con vino.
Los huéspedes en el cuarto son exquisitos.
Muchas flores abiertas.
Ha llegado un amigo despreocupado.
Copiar libros sobre cultivo de flores.
La tetera canta muy tarde en la noche.
La esposa y las concubinas que corrigen historias de flores.

Pingshih (Arreglo de flores en jarrones)
Yüan Chunglang

Diarios

Edwar Hopper
Cuando la destrucción entra en el corazón, al principio parece un grano de arena. Es como una jaqueca, una indigestión leve, un dedo infectado; pero pierdes el tren de las ocho y veinte y llegas tarde para solicitar un aumento. El viejo amigo con quien vas a comer de repente agota tu paciencia y para mostrarte amable te tomas tres copas, pero el día ya ha perdido forma, sentido y significado. Para recuperar cierto propósito y belleza bebes demasiado en las fiestas y te propasas con la mujer de otro, acabas por hacer algo tonto y obsceno y a la mañana siguiente desearías estar muerto. Pero cuando tratas de repasar el camino que te ha conducido a esta abismo, sólo encuentras un grano de arena.

Diarios
John Cheever

Voyage autour du monde par la frégate du Roi La Boudeuse et la flute l'Etoile


"...viajero y marino, es decir, un mentiroso y un imbécil a los ojos de esa clase de escritores perezosos y soberbios que, a la sombra de su gabinete, filosofan hasta perderse de vista sobre el mundo y sus habitantes, y someten imperiosamente la naturaleza a su imaginación..."

Louis Antoine de Bougainville

martes, 2 de marzo de 2010

Manhattan Transfer

Edward Hopper
El sol le sorprende andando por un camino de cemento, entre vertederos llenos de humeantes montones de basuras. El sol brilla rojizo a través de la niebla, sobre cabrias herrumbrosas, sobre esqueletos de camiones, osamentas de Fords, masas informes de metal corroído. Jimmy aprieta el paso para librarse del olor. Tiene hambre. Los zapatos empiezan a levantarle ampollas en los dedos gordos de los pies. En una encrucijada, donde la señal luminosa parpadea todavía, hay una estación de gasolina y frente a ella una cantina. The Lightning Bug. Gasta con precaución su último quarter en desayunar. Le quedan tres centavos, que le traerán buena suerte o mala, es igual. Un enorme camión de muebles, brillante y amarillo, ha parado a la puerta.
-Oiga, ¿me daja usted subir? -pregunta al hombre pelirrojo que lleva el volante.
-¿Adónde va?
-No sé... Bastante lejos.
Manhattan Transfer
John Dos Passos

lunes, 1 de marzo de 2010

Amor errante


"La donna se ben fa come la luna
e sempre quella sia bruna sia bianca." 
D' Annunzio


Así dijo en la noche, desolado, el viajero:
vengo de las diversas comarcas del amor;
crucé por muchas almas y en todas fui extranjero;
de todas salí siempre con fatiga y dolor.

Vi en los ojos más claros un mirar traicionero,
y en las bocas más frescas hallé el mismo sabor;
no hubo brazos capaces de hacerme prisionero,
ni carnes que temblaran con un nuevo temblor.

De una mujer en otra fui pasando y en cada
una dejé una parte de mi vida inmolada...
Ya no tengo que darles ni espero que me den.

Sólo con los amores que he soñado me quedo,
y con el tuyo ¡oh muerte! aunque me causa miedo
que tus labios destilen sólo tedio también.

Miguel Rash-Isla