martes, 2 de marzo de 2010

Manhattan Transfer

Edward Hopper
El sol le sorprende andando por un camino de cemento, entre vertederos llenos de humeantes montones de basuras. El sol brilla rojizo a través de la niebla, sobre cabrias herrumbrosas, sobre esqueletos de camiones, osamentas de Fords, masas informes de metal corroído. Jimmy aprieta el paso para librarse del olor. Tiene hambre. Los zapatos empiezan a levantarle ampollas en los dedos gordos de los pies. En una encrucijada, donde la señal luminosa parpadea todavía, hay una estación de gasolina y frente a ella una cantina. The Lightning Bug. Gasta con precaución su último quarter en desayunar. Le quedan tres centavos, que le traerán buena suerte o mala, es igual. Un enorme camión de muebles, brillante y amarillo, ha parado a la puerta.
-Oiga, ¿me daja usted subir? -pregunta al hombre pelirrojo que lleva el volante.
-¿Adónde va?
-No sé... Bastante lejos.
Manhattan Transfer
John Dos Passos

4 comentarios:

Ulises dijo...

Muy buena entrada Gavilán. Un perfecto resumen del espiritu del caminante (del "transeunte" en este caso tratandose de EEUU).No se por que razón siempre he identificado a John Dos Passos con Hopper.Se complementan.Dos maestros.En cierta ocasión,le preguntan a Hopper por la soledad que transmiten sus pinturas.Hopper contesta que tan solo le interesa los reflejos del sol,del neón,de la luz,sobre las fachadas,sobre los ladrillos de las fachadas.
Un buen momento para releer a Dos Passos y recordar esa otra Norteamerica "humana".

Ar Lor dijo...

Estoy con Ulises, Gavilán. Estás mejorando bastante en la presentación de las entradas y el cuadro de Hopper, artísticamente maravilloso, explica bastante el texto de Dos Passos.
Aprobado, alto.

Gavilán dijo...

Si algo me suscitan las obras de Dos Passos y Hopper es precisamente la sensación de "solitaria transitoriedad" por la que navegan sus personajes.

Meri Pas Blanquer (Carmen Pascual) dijo...

He leído a John Dos Passos durante muchos años, y ahora vuelve y me saplpican sus palabras únicas y adeheridas a la piel.

Precioso recordar este moemnto aquí. Y con Hopper, no se puede pedir más.

Abrazos