viernes, 23 de abril de 2010

El Castillo


Ya era de noche cuando K. llegó. La aldea yacía hundida en la nieve. Nada se veía de la colina; bruma y tinieblas la rodeaban; ni el más débil resplandor revelaba el gran castillo. Largo tiempo K. se detuvo sobre el puente de madera que del camino real conducía a la aldea, con los ojos alzados al aparente vacío.
 Fue luego en busca de albergue; estaban aún despiertos en la posada; no había cuarto para alquilar, pero el patrón, sorprendido y atónito por un huésped tan tardío, propuso a K. dejarle dormir en la sala sobre un jergón. K. aceptó. Quedaba todavía aldeanos bebiendo su cerveza, pero él, sin querer entablar conversación, se fué al desván en busca de su jergón y se acostó junto a la estufa. El ambiente era tibio, los aldeanos callaban, los miró aún con ojos cansados y entonces durmió.
 Pero al poco rato lo despertaron. Un honbre joven, con traje de ciudad, el rostro de actor, ojos estrechos, las cejas pobladas, aparecía junto a su lecho, acompañado por el mesonero. También los aldeanos seguían allí, algunos habían vuelto sus sillas para ver y oir mejor. El joven se excusó muy cortésmente por haber despertado a K. y luego de haberse presentado como hijo del castellano le habló así: " Esta aldea es propiedad del castillo; quien en ella vive o duerme, en cierto modo vive o duerme en el castillo. Nadie puede hacerlo sin permiso del conde. Pero usted no tiene permiso, o por los menos no lo ha presentado".

Frank Kafka
"El Castillo"
Fotografia de El Castillo de Praga y Puente de Carlos tomada por Ulises.


2 comentarios:

Ar Lor dijo...

El cielo gris y El Castillo de Praga, un retrato fotográfico de un ambiente agobiante. Y las cenizas del volcán, convirtiendo a miles de viajeros, en personajes literarios.
Buena foto, Ulises

Gavilán dijo...

¿No sientes que ya no eres el mismo, que la sombra del castillo (de donde escapaste sin permiso, por cierto) te persigue y no deja que tus pensaminetos rompan el cerco del miedo. Has osado entrar, y lo más grave, salir del castillo. ¡Pues paga, canalla!