martes, 6 de abril de 2010

El viaje

Lilian May Miller. La luz de la luna sobre el monte Fuji.
Un camino, antes que nada, son personas que caminan. Los haikus están llenos de gente que van por ahí, caminando. Se pregunta de pronto un poeta:
¿Lo de hoy
caminar en primavera
y poco más?
El asunto de muchos de estos poemitas no es otro que las circunstancias de quienes van andando, en general a pie. En primavera, las sandalias de paja de los campesinos quedan embarradas cuando cede la nieve y el barro invade todo. O se hunden, en invierno, cuando se encarniza el aguanieve. Otras veces, los pies de una chica ni se humedecen porque puede cruzar el río "a lomos de aquel hombre", bajo la luz rasgada de la luna. Sucede, en verano, que van
por el atajo
y con los pies mojados
porque llueve a raudales.
Pasan los días y los meses. A San-in, en plena ruta, con la vista lo acompañaba
a prudente distancia
el espantajo.
Según Taigi, amo y criado intercambian palabras mientras "siguen marchando". Más allá se escuchan voces, en medio de la lluvia, debajo de dos paraguas que se mueven: van "de gran charla". Escritor y pintor de un solo trazo, Buson reconoce la omnipresencia del tema del camino de esta forma impresionante:
Son mis sueños
acuarelas veladas
Siempre en ellos
la gente va marchando.

El libro del haiku
Alberto Silva

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