sábado, 10 de abril de 2010

«Quedándose en el retrete entre cuarenta y sesenta minutos por vez»

 Fuente de la imagen: journeytoforever
«El especialista»
Estábamos en plena época de cosechas, y ahí estaban los jornaleros, entrando y saliendo y quedándose en el retrete entre cuarenta y sesenta minutos por vez. ¿Se da cuenta?
Dije: “Luke, de verdad tienes problemas con tu retrete”. Así es que traje mis herramientas y me puse a examinar la estructura.
Lo primero que hice fue mirar el catálogo de ventas por correspondencia que estaba ahí colgado, pensando que podría ser el origen del problema; pero ni siquiera pertenecía a una empresa conocida. Entonces me puse a mirar los asientos propiamente tales y me di cuenta de todo. Los había hecho demasiado confortables. Cogí mi escofina y, en un dos por tres, dejé cuadrados los hoyos que antes estaban tan suavemente redondeados. Cuadrados y ásperos, con ángulos bien pronunciados. Enseguida, volví a tomar mi posición de antes: yo aquí, los Baldwin ahí, y el retrete algo más allá. Y me quedé observando las entradas y salidas de los jornaleros por casi dos horas. Ni uno se quedó más de cuatro minutos.
El especialista
Traductor: José Manuel Vergara

Charles Sale

7 comentarios:

Ar Lor dijo...

Gavilán, si ya has vuelto de Alicante, sabrás que no hay retrete como el de casa

Ar Lor dijo...

En los retretes ajenos, cinco minutos es una eternidad, en el de casa, sesenta minutos es poco.

elena clásica dijo...

Charles Sale en su brevedad y sencillez tiene ideas delirantes de brillantez y originalidad.
Qué extraña situación la de que un carpintero se especialice en retretes, pero lo importante en cualquier oficio -extrae el protagonista la conclusión- es especializarse. Una vez que es un especialista, cómo no, la observación es certera: no puede servir su construcción para la demora en el trabajo. Bien, los ángulos y la falta de comodidad deshacen el momento ideal que perturba la producción laboral.

Qué extraña y simpática lectura. Tiene un tono único este autor. El tema del retrete tiene poco protagonismo en la literatura, sin duda.

Besazos, querido Ar Lor.

Ar Lor dijo...

El especialista puede verse como una broma sobre la especialización excesiva, aunque la especialización parece una necesidad desde los tiempos de los cazadores y recolectores del Paleolítico.
Charles Sale en una breve anotación introductoria, dice:Lem Putt-no era éste su verdadero nombre-existió realmente.Sale era un cómico y se le nota, aquí consiguió una pequeña obra maestra.
Besos, Elena

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Ar Lor,

Me ha gustado este texto por lo de escatológico y realista que tiene. Lo que pasa es que ahora estamos en un mundo en el que todo se subordina al trabajo y no hay nada más importante que el trabajo. Hasta una acción, tan natural por otra parte y tan placentera, como es el defecar se convierte por arte de magia en un impedimento y una forma de producir menos. Hay que recordar que la palabra trabajo procede del Latín tripalium, que era un instrumento de tortura compuesto de tres palos.

Yo me rebelo contra esta primacía del trabajo. Hay cosas mucho más importantes que el trabajo. Además, ¿qué problema hay en que uno se ponga a defecar, cómodamente sentado, con hilo musical, y con La Crítica de la Razón Pura de Kant entre las manos? Claro, esa lectura puede perfectamente durar varias horas, circunstancia con la que el Empresario, evidentemente, no va a estar de acuerdo.

Un cordial saludo,

Antonio

Ar Lor dijo...

No conocía la etimología de la palabra trabajo y ahora me explico el sufrimiento que lleva aparejado y por lo que parece desde los tiempos mas remotos. Y es evidente, o que trabajamos más de lo que realmente necesitamos, o que somos masoquistas.
Y yo también me rebelo contra esta primacía del trabajo (en realidad es contra la alienación del mismo, cuando la produce), y mantengo siempre en la medida de mis posibilidades:el acuérdate de vivir (vivere memento).
El empresario que permita a los empleados leer La Crítica de la Razón Pura, en los retretes, tendrá unos empleados muy cultos, pero muy poco productivos, no le interesa y yo creo que tampoco les interesa a los sindicatos el que sus afiliados lean La Crítica de la Razón Pura.
Un saludo, querido amigo

Gavilán dijo...

Desde luego, Ar Lor, eliges un libro... y a gozar.