miércoles, 26 de mayo de 2010

Cuadernos

Paul Valéry. Retrato de Christophe Gauyau.

Escribir -para conocerse- y eso es todo.

Si supieras lo que desecho, admirarías lo que conservo.

Me detesté, me adoré; después hemos envejecido juntos.

Cuadernos (1894-1945)
Paul Valéry

5 comentarios:

Mariàngela Vilallonga dijo...

Que sea más largo el tiempo de quererse que el de detestarse. Al fin y al cabo somos nosotros mismos quienes hemos de soportarnos más tiempo...

Ar Lor dijo...

Llegar a esa conclusión que mencionas, que es de "sentido común", requiere años de aprendizaje y de esfuerzo, pero el fruto merece la pena: una incomparable calidad de vida... mental.
Un saludo, Mariàngela

Mª Angélica de Diego Dawson dijo...

Te agradezco esta presentación. Que ser tan maravilloso. No deseo más que constelarme en la mar de sus pensamientos.

Mª Angélica de Diego Dawson dijo...

No tengo aún ningún libro de Valéry. Y navegando un poco por internet no he encontrado travesía alguna por su obra en castellano, solo en francés -and yenesepa, solo he encontrado puertos, con los títulos de sus obras, biografía, referencias, algunos poemas. Por tales referencias y poemas he podido ver a un hombre extraordinario, un hombre creía fervientemente en el poder creador del hombre.

Deseaba tanto encontrarse en su propia obra, que para hacerlo necesitaba tener en su poder algo más que simples palabras, estas le parecían insuficientes y molestas por el carácter que se les otorga a las mismas. Un perfeccionista incansable que no deseaba dejar nada al azar, quería un trabajo impecable e intachable, con una pequeña pincelada de naturalidad. Y para ello tenía que crear un lenguaje nuevo. Necesitaba trasladar toda su personalidad en la lectura y las palabras ya eran polvo antes de ser escritas. Para lograr su objetivo empleó sus cuadernos, en ellos encontrándose a él mismo hallaría el camino deseado, son sus pensamientos los que le otorgan a las palabras empleadas para expresarlos la pureza anhelada, son ellos un cáliz rebosante de palabras redondas en las que veía su vida. Tanto es así que al mismo tiempo nos es velada, solo pone de relieve la propia esencia de la naturaleza humana -que es algo difícil. Le inyectaba a la pluma una transfusión de su propia vida para dibujar con palabras e imprimir en su obra todo el arte del que estaban empapadas sus venas.

También siendo él como era, tan único, todo aquello sobre lo que leía, criticaba u opinaba tenía que ser tan auténtico como su intelecto dictaba, repudiando a escritores bien importantes que no gozaban en su opinión de mérito alguno.

Ar Lor dijo...

Paul Valéry es único, tal y como lo defines Mª Angélica.
"El Cementerio marino" en traducción de Guillén, es inigualable:
Ese techo tranquilo de palomas,
palpita entre los pinos y las tumbas.
El mediodía justo en él enciende
el mar, el mar, sin cesar empezando…
Recompensa después de un pensamiento:
Mirar por fin la calma de los dioses.

Un saludo