viernes, 14 de mayo de 2010

Desde el Monte Santo

Monje leyendo. Milán, Italia, 1940. Fotografía de Carl Mydans.

Mosco extremó la tradición ortodoxa del monje vagabundo. En Occidente, al menos desde que san Benito impuso el voto de estabilidad a principios del siglo VI, los monjes casi siempre permanecían enclaustrados en sus celdas; como se suele decir: "El monje fuera de su celda es como el pez fuera del agua". Pero en las iglesias orientales, lo mismo que en el hinduismo y el budismo, ha existido siempre la tradición de que los monjes puedan ir libremente de un gurú a otro gurú, de un maestro espiritual a otro maestro espiritual, recogiendo la sabiduría y los consejos de cada uno de ellos como hacen aún los sadhus indios. Los monjes ortodoxos griegos todavía no hacen voto de estabilidad. Y si después de haber vivido un tiempo en un monasterio deciden que desean sentarse a los pies de otro maestro en un monasterio distinto, seguramente en un lugar de Grecia diferente (o de hecho en el Sinaí o en Tierra Santa), entonces son libres de hacerlo así.

Desde el Monte Santo
William Dalrymple

2 comentarios:

Carmen López dijo...

Ellas no leen, ellas lo dejan todo como una patena.

Clausura

Higinio dijo...

¡Tocado!

He visto a la monja barriendo en el convento.

Las fotos preciosas.

Un abrazo, amiga El patio.