jueves, 13 de mayo de 2010

Viajes con Heródoto

Ryszard Kapuscinski. Fotografía de Carles Ribas.

La ruta me llevaba a veces, a aldeas cercanas a alguna frontera. Pero no muy a menudo, pues a medida que uno se aproximaba a la frontera, la tierra se volvía cada vez más desierta y menguaban las posibilidades de toparse con alguien. Aquel vacío acentuaba el misterio de aquellos lugares. También me llamó la atención el silencio que reinaba en las zonas fronterizas. Aquel misterio unido al silencio me atraía y me intrigaba. Me sentía tentado de asomarme al otro lado, a ver qué había allí. Me preguntaba qué sensación se experimentaba al cruzar la frontera. ¿Qué sentía uno? ¿En qué pensaba? Debía de tratarse de un momento de gran emoción, de turbación, de tensión. ¿Cómo era ese otro lado? Seguro que diferente. Pero ¿qué significaba "diferente"? ¿Qué aspecto tenía? ¿A qué se parecía? ¿Y si no se parecía a nada de lo que yo conocía y, por lo tanto, era algo incomprensible e inimaginable? Pero, en el fondo, mi más ardiente deseo, mi anhelo tentador y torturador que no me dejaba tranquilo, era de lo más modesto, pues lo único que me intrigaba era ese instante concreto, ese paso, ese acto básico que encierra la expresión cruzar la frontera. Cruzarla y volver enseguida, con eso -pensaba- me bastaría, saciaría esa inexplicable y, sin embargo, muy acuciante sed psicológica.

Traducción del polaco de Agata Orzeszek

Viajes con Heródoto
Ryszard Kapuscinsky

2 comentarios:

Beatrice dijo...

Lo acabo de leer...
Me gustó mucho este libro y el fragmento que has seleccionado es el mismo que pensaba poner en mi blog:
"cruzar la frontera" es un sentimiento extraño, expectante en especial para los habitantes de un país alejado y casi isleño como el nuestro.
Yo experimenté lo mismo cuando viajé por primera vez.
Un abrazo
Beatriz

Higinio dijo...

"Viajes con Heródoto" es un libro delicioso, cautivador . No hay página que no te obligue a subrayar con un lápiz una frase o un fragmento para futuras relecturas. Sé que los libros no deben subrayarse (nos lo decía en el instituto el profesor de Historia, muy querido por todos, el Sr. Gascón),pero mi pecado es venial,comparado con el de otros que lo hacen con bolígrafo.

Yo también he sentido ese "sentimiento extraño" del que hablas al "cruzar la frontera".
En mi caso fue de España a Francia, y en tiempos en los que Francia era una democracia y España una dictadura.

felicidades por tu doble nacionalidad.

Un fuerte abrazo, amiga Beatriz.