martes, 1 de junio de 2010

Notas para una definición del lector ideal

Alberto Manguel, Saint-Malo, Bretaña, Francia, 2005. Foto de Mathieu Bourgois.

El lector ideal no sigue una historia : toma parte en ella.
El lector ideal jamás cuenta cuántos libros tiene.
El lector ideal es generoso y codicioso a la vez.
Cuando lee un libro de hace siglos, el lector ideal se siente inmortal.
Paolo y Francesca no eran lectores ideales, puesto que le confiesan a Dante que después de su primer beso dejaron de leer. Los lectores ideales se habrían besado y habrían continuado leyendo. Un amor no excluye el otro.
El lector ideal no sabe que es el lector ideal hasta que ha llegado al final del libro.
El lector ideal comparte la ética de don Quijote, el anhelo de madame Bobary, la lujuria de la esposa de Bath, el espíritu aventurero de Ulises, la entereza de Holden Caufield, al menos en el espacio del relato.
Robinson Crusoe no es un lector ideal. Lee la Biblia para hallar respuestas. Un lector ideal lee para encontrar preguntas.
El lector ideal no tiene una nacionalidad precisa.
El lector ideal es capaz de enamorarse de al menos uno de los personajes del libro.
Un escritor nunca es su propio lector ideal.
La literatura no depende de lectores ideales, sino sólo de lectores suficientemente buenos.

Nuevo elogio de la locura
Alberto Manguel

2 comentarios:

Ar Lor dijo...

Qué quiere decir que "El lector ideal jamás cuenta cuántos libros tiene". ¿Qué no los cuenta? O que habiéndolos contado, "no cuenta" cuántos tiene, aunque se lo pregunten.

Príncipe de ArroyoLuche dijo...

Me ha gustado.
Soy admirador del Erasmo de El elogio de la locura, así que este de Manguel seguro que no le va a la zaga.