domingo, 4 de julio de 2010

¡Ojalá no hubiera bebido tanto!

Así fue, en efecto; y más de prisa de lo que ella esperaba: antes de haberse bebido la mitad del frasco, se encontró con que tenía la cabeza pegada contra el techo y tuvo que torcerla para no romperse el cuello. Dejó el frasco apresuradamente, diciéndose: "Es suficiente; espero no seguir creciendo; aunque ahora no puedo salir por la puerta...¡Ojalá no hubiera bebido tanto!".
Alicia en el País de las Maravillas
(Alicia ANOTADA
Edición de Martin Gardner
Traducción Francisco Torres Oliver)

Lewis Carroll

3 comentarios:

elena clásica dijo...

Querido Ar Lor:

Hay que ver cómo te apasiona Lewis Carrol y su maravillosa Alicia recorriendo el país de las maravillas, de los sueños, de los espejos, del corazón, del absurdo, del conocimiento... Pues, ya lo sabes, ¿no? ¡A mí también! No es para menos, esta obra sin duda nos hace sumergirnos en nuestro subconsciente y explorar en él tantos matices. Resuenan hoy las teorías matemáticas que explican que todos los episodios representan un algoritmo, una simbología aritmética, o una incógnita que hay que despejar.
Fantástico relato, en su progresión numérica o argumental e inolvidables personajes demasiado irreales y demasiado parecidos a nosotros mismos. Una paradoja, un misterio que atrae y atrapa.

Besazos, querido Ar Lor.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Precioso el fragmento que nos ofreces de Lewis Carrol: siempre se arrepiente uno de los excesos, de todos, incluso los que parecen más inocentes.

He llegado un poco tarde, y la verdad es que, después de lo que ha dicho Elena Clásica, poco o nada es lo que yo puedo añadir.

Cito la frase aquella que se trae a colación para otras ocasiones:

Roma locuta, causa finita.

Es así.

Un abrazo, amigo Ar Lor

Ar Lor dijo...

Es una pasión que nunca cesa. Alicia es un libro tan extraordinario, que cualquier cosa con sentido, que se extraiga de él, es coherente con alguno de sus niveles simbólicos.
Aparentemente es una inagotable fuente de significados.
Amigo Antonio, como bien dices, "Elena locuta, causa finita".
Un beso, Elena, un abrazo Antonio