domingo, 29 de agosto de 2010

De las cosas maravillosas

Adolfo Bioy Casares. De las cosa maravillosas.

Hay cosas que son maravillosas antes de la posesión, cosas que lo son durante y cosas que lo son después. A lo mejor esas tres modalidades podrían combinarse con cuatro más: cosas que lo son antes y durante, antes y después; durante y después; antes, durante y después.
De las enumeradas en el párrafo anterior, las primeras suelen ser nada más que ilusiones; pero no cabe ignorarlas porque promueven la mayor parte de la actividad humana y porque, antes de la posesión, realmente son maravillosas.
Daré unos ejemplos:
Alguien piensa que si lo aprueban en tal examen, o si consigue tal título, o tal puesto, ya está seguro.
Un muchacho soñaba con poner una hostería al borde de una ruta. Encontró un socio y pudo convertir el sueño en realidad. El socio robó; el personal robó; se enredó en pleitos; finalmente lo asaltaron y por poco lo matan.
Durante años una casa rodante fue para mí la solución universal en materia de vivienda y turismo, hasta el día en que la compré y emprendí el más engorroso viaje de que tengo memoria.
A un consocio del club de tenis le llegó la hora de premiar con un viaje a Europa su larga vida de trabajo. Se daría por fin el gusto de conocer el prestigioso mundo del que tanto le habían hablado... Para ese hombre de carácter alegre, parejo y animoso, aterrizar en Francia, en Cannes, y entristecer, fue todo uno. Se armó de coraje e inició el trayecto planeado, pero a escasos kilómetros, en San Remo, se deprimió aún más y comprendió que le quedaba un solo camino: el del regreso a Buenos Aires. Cuando me encontré con él, le pregunté qué le había pasado.
-Te explico -me dijo-. No me hallaba.
A esas tres palabras, repetidas en tono quejoso, redujo la explicación. Alguien que estaba oyendo comentó después que probablemente lo peor para nuestro amigo fue no encontrar en Europa gente que le dijera, como en el club:
"Buenas, don Carlos".

De las cosas maravillosas
Adolfo Bioy Casares

2 comentarios:

Susana dijo...

Me encantó lo publicado, sólo he leído del autor "La invención de Morel"

Lo más maravilloso es ser estimado, que puedas identificarte con el otro, que vibren juntos ante acontecimientos buenos y compartan los malos alentándose mutuamente con los más allegados y con los menos encontrarse a gusto cuando te saludan por tu nombre.
Todo esto es casi imposible lejos de tu patria,algunas veces puede darse lo contrario. Pero adaptarse a nuevas formas de cultura cuesta, y uno se resiste ante (lo que a uno le parece percibir: indiferencia, insensibilidad... y la melancolía flota alrededor.Duele el corazón
Es cierto, tener una ilusión prioriza a medir los costos de fracaso. Es sólo cuando experimentamos la realidad tan distinta de lo soñado y anhelado que nos hace añorar lo que en tiempo pasado no alcanzamos a ver por puro gusto de acumular fantasías.
No se si estoy equivocada pero creo que al autor se describe cuando estando en el extranjero (no recuerdo donde) le escribia a su amada Silvina lo mucho que la extrañaba y extrañaba a Buenos Aires.

Higinio dijo...

Gracias por tu comentario, amiga Susana.
Es cierto que de Bioy Casares la obra más conocida y alabada es "La invención de Morel", esa "extraña película" que sucede en una isla, pero sus libros miscelánea, llenos de cosas distintas, como "De las cosas maravillosas" y "Apuntes inéditos" y "Guirnalda con amores" son también de lectura imborrable.
Cuando estamos lejos de los lugares queridos durante mucho tiempo los extrañamos.Extrañamos la familia, los amigos y como bien dices, ser estimados donde nos conocen.

Un fuerte abrazo, amiga Susana.