domingo, 8 de agosto de 2010

Los libros misteriosos

El hermano Roberto en la biblioteca del monasterio de Silos, Burgos, 2010. Foto: Mabel García. El País.

Siempre será un honor hablar en honor de los libros, objetos misteriosos. Así es el misterio de los libros: no leemos jamás el mismo libro, como nadie se baña dos veces en la misma corriente. Y es misterioso que al leer un libro oigas dentro de ti la voz de otro, la voz del escritor que escribió el libro que tú lees, una voz que quizá sonó hace siglos y que sigue sonando hoy: Quevedo en su retiro oía con sus ojos a los muertos. El libro es un objeto enigmático, universo de voces y mundos. Y, cuando cierras el libro, vivo sigue el universo que vivía en sus páginas, como cuando salimos de una casa y tras la puerta cerrada continúan las voces y los pasos de sus habitantes. Detrás de las paredes inexpresivas está lo sorprendente o, como dice Azorín, lo anodino, es decir, lo prodigiosamente idéntico a si mismo a lo largo del tiempo.
Se diría que los personajes de un libro repiten sin fin los mismos gestos y las mismas palabras, pero los libros que verdaderamente importan son siempre distintos: cada vez que acudes a sus páginas, te revelan nuevos matices, nuevos significados que quizá sólo existen porque tú debías descubrirlos. Creo que todos los libros tratan de nosotros, al menos todos los libros que nos interesan, es decir, todos los libros que nos hablan porque tienen algo que decirnos. Cuando un libro no nos interesa, no nos habla, o nos habla con palabras que no entendemos, con palabras que no son las nuestras.

Los libros misteriosos
Justo Navarro

2 comentarios:

Cecilia dijo...

El misterio de los libros, o su encanto, su magia .. lo maravilloso de "ésos libros" es que, como lectores, somos parte de él.
Quiero decir, aquéllos que me han marcado son los que, en mi fuero íntimo, siento que he completado al leerlo.

Un saludo.

Higinio dijo...

Borges dijo que podía imaginar un mundo sin pájaros, pero no sin libros.


Hoy en día,(aunque no sirve la comparación), hay más libros en la mayoría de las casas que los que había en la Universidad de Salamanca en el siglo XVI, unos 240.

De lo que nos alegramos.

Un saludo, amiga Cecilia