domingo, 21 de noviembre de 2010

Hoteles literarios

Nathalie de Saint Phalle. Hoteles literarios.

Desde Julien Benda, que únicamente vivió feliz si estaba solo en habitaciones de hoteles provincianos, sin ningún objeto que estorbara el curso de sus pensamientos, al "infierno de los viajes" denunciado por Paul Nizan, toda la escala de impresiones, sentimientos e invenciones de escritores, desde la más perfecta neutralidad a la exaltación sin límites, modificaron el enfoque de un lugar. Y así ocurre que nos seduzcan sus visiones, los cauces de su percepción, más que los propios parajes. El viaje es un sentimiento. De un mismo sitio, alguien lo olvidará todo, algún otro quedará marcado por él para siempre jamás. Existen puntos de destino que no son sino una cena en una ciudad, mas para algunos recuerdan un amorío o un noviazgo decisivo. Hay viajes soñados y otros reales, los hay espirituales y fallidos, inventados o descritos, y no hay dos idénticos. Nerval y Gautier viajaban "como Byron", para hacer realidad un sueño; Larbaud "paseó su tristeza" o sus instantes de felicidad por todas las ciudades de Europa; Montherlant viajó para "realizar un cuento de hadas"; Musil pensaba que "viajar es también ensayar nuestras concepciones, de las que forman parte las utopías", en una época en la que ya no hay nada que hacer interiormente; Céline escribía en la presentación del Viaje al fin de la noche: "Viajar es muy útil, hace trabajar la imaginación. El resto no son sino decepciones y fatigas. Nuestro viaje es por entero imaginario. En eso está su fuerza". Alexandra David-Neel, que partió para unos meses, sólo regresó catorce años después, con "aspecto de salir de un incendio", al contrario del viaje alrededor de un cuarto de Xavier de Maistre. Hoy están en boga los travel writers y los relatos de viajes se multiplican al infinito. Es un estilo de vida. Y es un mercado. Con seriedad e ironía se comentan las ilusiones que se derrumban y se pone de relieve la dimensión novelesca de lo real. El viaje es egoísta. Cargamos siempre con nosotros mismos y sólo el decorado cambia. Desorientados, ya no recorremos la tierra, a lo sumo nos desplazamos.

Traducción de Esther Benítez

Hoteles literarios
Nathalie de Saint Phalle

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