viernes, 24 de diciembre de 2010

La brevedad

Dibujo de Augusto Monterroso.

Con frecuencia escucho elogiar la brevedad y, provisionalmente, yo mismo me siento feliz cuando oigo repetir que lo bueno, si breve, dos veces bueno.
Sin embargo, en la sátira 1, I, Horacio se pregunta, o hace como que le pregunta a Mecenas, por qué nadie está contento con su condición, y el mercader envidia al soldado y el soldado al mercader. Recuerdan , ¿verdad?
Lo cierto es que el escritor de brevedades nada anhela más en el mundo que escribir interminablemente largos textos, largos textos en que la imaginación no tenga que trabajar, en que hechos, cosas, animales y hombres se crucen, se busquen o se huyan, vivan, convivan, se amen o derramen libremente su sangre sin sujeción al punto y coma, al punto.
A ese punto que en este instante me ha sido impuesto por algo más fuerte que yo, que respeto y que odio.

Movimiento perpetuo
Augusto Monterroso

2 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

Que en esta Navidad la felicidad te acompañe.

Que desaparezcan los problemas y los dolores de cabeza y que el bienestar sea duradero y no se acabe nunca.

Que el año que viene sea mejor que este que dejamos atrás.

Que cambien las tortillas y que se invierta el orden de las cosas, de manera que todo lo que es malo se vuelva bueno.

Y sobre todo buena salud.

Que no tengas obstáculos y que todo te vaya bien, que tengas suerte y prosperidad.

Que estés orgulloso de tu ciudad y de tus vecinos y aún más, que ellos lo estén de ti.

Que el planeta esté más limpio y que no nos lo dañen.

Que el mundo tenga mejores políticos, es decir, que sean de los que trabajan por el bien común en lugar de montar el espectáculo.

Y que la salud, la felicidad, la belleza, el amor, el arte y la razón no te abandonen jamás.


Francesc Cornadó

Higinio dijo...

Gracias. Muchísimas gracias por tu felicitación navideña llena de buenos deseos para mí, amigo Francesc Cornadó de la que hago también partícipes a todas las personas de buen corazón.

Feliz Navidad
Bon Nadal!

Un fuerte abrazo, amigo Francesc Cornadó