jueves, 23 de diciembre de 2010

Moby Dick

Rockwell Kent. Ilustración de Moby Dick.

El principal de estos motivos era la irresistible idea de la gran ballena en sí. Tan portentoso y misterioso monstruo despertaba toda mi curiosidad. Luego, los mares turbulentos y lejanos que el animal surcaba con su mole, los indecibles e inevitables peligros de la ballena; todo esto, unido a las maravillas de un millar de imágenes y sonidos patagónicos, hizo que me inclinase hacia aquel deseo. Para otros hombres, tal vez, estas cosas no hubiesen sido incentivos; pero en lo que a mí respecta, me veo atormentado por la incesante comezón de ver cosas remotas. Me encanta surcar mares prohibidos, desembarcar en costas bárbaras. No ignorando lo que es bueno, poco tardo en percibir el horror y, si me lo permiten, soy capaz de convivir con él, pues buena cosa es llevarse bien con todos los ocupantes del lugar donde uno se aloja.
Así, pues, todas estas cosas me hicieron recibir con agrado la expedición ballenera...

Traducción de Jorge Beltrán

Moby Dick
Herman Melville

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