sábado, 15 de enero de 2011

Mito y poesía

Nazif Topçuoglu. Leyendo poesía.

El poeta va por su castillo interior, donde se unen los cuatro puntos cardinales de lo ilusorio y lo real. A ellos corresponden, en la escala de la imaginación, el aire y la luna, la llama y los espejos; y en la del sentimiento el dolor, el vacío, la soledad y la melancolía. Con ellos hace el poeta su mítico tapiz, en el que puede ver todo lo que no puede verse, y oye el cántico de lo que únicamente puede oírse en el rumor del hilo sagrado: las voces de lo invisible, que convirtieron a Sherezade en un libro de hojas color de vino; el palacio de cristal donde Merlín encantó a Dulcinea, y el huerto donde Eva inventó una manzana para curar ansias de amor y nostalgias de enamorado, como en Las mil y una noches; el escudo de plata que dejó ciego a Homero; el árbol del fin del mundo que le dijo a Alejandro que no volvería a ver las calles ni las muchachas de Grecia; la ciudad celeste de torres de lapislázuli que prefiguran el cielo estrellado en la mitología de los babilonios; la desgarrada túnica de jeroglíficos y pájaros del adolescente adorador de la luna: cosas que, en feliz expresión de Salustio, "no ocurrieron jamás, pero son siempre".

Carta imaginaria
Giovanni Quessep

2 comentarios:

Mariàngela Vilallonga dijo...

Como me gusta este catálogo bien escogido de impossibilia!

Higinio dijo...

Entre otras cosas, es "este catálogo bien escogido de impossibilia", como bien dices, el que nos levanta de la cama por la mañana todos los días.


Un fuerte abrazo, amiga Mariàngela.