sábado, 22 de enero de 2011

Sortilegios

Donn P. Crane. Dante y la "Divina Comedia".

Los ojos misteriosos

Un erudito dantólogo halló en los papeles del alquimista Micer Finuccio Tedesco, enemigo cordial de Brunetto Latini, el notario toscano, unas notas o comentarios a la Divina Comedia. Aparte de los significados herméticos de muchos pasajes del gran poema, que le interesaban como alquimista, hay en ellas un comentario indiscreto sobre los amores de Dante con Monna Beatrice Portinari, la hija de Fulco.
Finuccio anota simplemente:
"En nuestras conversaciones casi nunca hablamos de Beatrice Portinari, ya muerta, mujer de Simón de Bardi. Muchas veces dialogamos sobre el símbolo que ella representaba en el poema, pero no sobre el amor humano, aunque un día el maestro me dijo, señalando un terceto:
"Aquí está el testimonio del amor de Beatrice".
El verso dice:

...come dal viso in che si specchia
nave che per corrente giù discende.
(...como de la mirada en que refleja
la nave que desciende la corriente).

"Dante simplemente me dijo: "Los ojos de Monna Beatrice son los que he mirado más de cerca. En ellos he visto las barcas en el Arno, entre el agua azul y las nubes."
"Yo, como físico y alquimista, simplemente hube de meditar en cuán cerca estarían los ojos de Dante de los de Beatrice para ver en ellos las barcas deslizándose. Y si el río se reflejaba, hube de meditar, también, en cómo estaba el maestro reclinado..."
Transcribo estas líneas para sosiego de aquellos a quienes ha preocupado la platonicidad dantesca.

La nave de los locos
Pedro Gómez Valderrama

2 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

Admiro profundamente a Dante. La Divina Comedia, junto con la escultura griega y un buen plato de macarrones es lo que justifica, a mi entender, toda nuestra existencia; no deseo nada más.
A propósito de los amores platónicos, dejo aquí esta

Piel de rinoceronte

Si amas el amor,
amas el surrealismo
y si el amor que amas,
es cortés o platónico
es que estimas una forma
chic de la nada.

Si es libertino el amor que amas,
te encontrarás obligado a hacer más de una locura
entre el atardecer y la aurora,
a consultar algún manual de gimnasia
o a leer, con toda naturalidad,
las instrucciones de Ovidio
-no hay que obsesionarse
en acrobacias orientales.

Si amas los amores lejanos,
aquellos que parecen inofensivos,
amarás a la princesa de Tarabulus
que, con un pañuelo de seda,
te espera en la ventana del castillo.
Todo ello una excusa para ir tirando adelante.

Está muy mal la cosa.

Salud
Francesc Cornadó

Higinio dijo...

A las tres justificaciones de nuestra existencia que indicas en tu comentario, añadiría alguna más, pero no quitaría ninguna de las mencionadas.

Precioso poema.Y desde hoy amo a la princesa de Tarabulus. He indagado y sé que vive en Argelia.

Un fuerte abrazo, amigo francesc Cornadó.