miércoles, 16 de febrero de 2011

Cien años de soledad

Gabriel García Márquez, fotografiado por Colita, 1969.

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho cubierto de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.

Cien años de soledad
Gabriel García Márquez

2 comentarios:

Cecilia dijo...

Este párrafo inicial ( y algún otro del libro) puedo recitarlo de memoria ..

Higinio dijo...

Verdaderamente el comienzo de "Cien años de soledad" parece escrito para ser memorizado. La novela nos atrapa con su inicio y ya no nos suelta.
Un verdadero placer.


Un fuerte abrazo, amiga Cecilia.