sábado, 12 de febrero de 2011

El puente de San Luis Rey

Thornton Wilder, escribiendo en los bosques de Saratoga Springs, Nueva York, 1956. Foto de Alfred Eisenstaedt.

Estaba henchido de gozo; las cosas no marchaban mal. Había vuelto a abrir algunas capillitas abandonadas y los indios entraban humildemente en ellas a oir la misa del alba, y suspiraban en el momento del milagro como si se les rompiesen los corazones. Tal vez fuese el aire puro de las nieves que tenía delante; acaso el recuerdo del poema que le rozó un momento le obligó a levantar los ojos hacia las útiles colinas. Fuera lo que fuera, se sentía en paz. Su mirada cayó sobre el puente, y en aquel instante un chasquido llenó el aire, como cuando la cuerda de un instrumento musical salta en una habitación vacía, y vio partirse el puente y lanzar cinco hormigas gesticulantes al abismo que estaba debajo de él.
Otro cualquiera se hubiese dicho con secreta alegría "Si llega a suceder diez minutos más tarde, también yo...!" Pero fue otro el pensamiento que visitó al hermano Junípero: "¿Por qué les ha sucedido esto precisamente a esos cinco?". Si existe algún plan, sea el que sea en el universo, si hay algún patrón preconcebido para la vida humana, seguramente podría descubrirse misteriosamente oculto en estas cinco vidas tan súbitamente segadas. O vivimos por accidente y por accidente morimos, o vivimos y morimos según un plan. Y en aquel mismo instante, el hermano Junípero tomó la decisión de inquirir acerca de las vidas secretas de aquellas cinco personas que en ese momento caían por el aire, y de sorprender la razón por la cual se las había sacado de la existencia.

Traducción de María Lejárraga de Martínez Sierra

El puente de San Luis Rey
Thornton Wilder

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