sábado, 19 de febrero de 2011

Ernest Hemingway era ciclista

Fotografía de Roy Stuart.

-¿Llegaste a tener mucha afición, Mike?
-¡Ya lo creo!
¿Y qué? ¿Has descubierto algo más divertido?
-Las carreras ciclistas.
-¡No me digas!
-Ahí no hace falta apostar. Ya verás. ¿Por qué no me acompañas hoy o mañana?
No mucho después los dos amigos visitaron el Vélodrome d'Hiver, en el distrito 15, en la intersección del Boulevard de Grenelle y la Rue Nélaton. Al cabo de unas semanas, Hemingway era tan entendido en ciclismo como en carreras hípicas. Michael Reynolds recuerda en The American Homecoming. "Aunque pocos de sus amigos norteamericanos compartían su entusiasmo por las carreras de seis días, Hemingway sentía una sincera admiración por el gremio de los ciclistas, desde los perseguidores hasta los contrarrelojistas pasando por los participantes en los Grandes Premios. Los profesionales de la bicicleta formaban una comunidad de rasgos sectarios cuyos miembros vivían con arreglo a una serie de códigos de los cuales el espectador de a pie no entendía nada. Los ciclistas tenían sus propias reglas y su propia jerga y vestían vistosas camisetas".
Por otra parte, el mismo Hemingway comenzó a montar cada vez más en bicicleta. Daba largos paseos por la campiña francesa, en compañía de escritores como Scott Fitzgerald. Más tarde explicaría en un artículo para Collier's que "pedaleando se aprecian mejor los contornos del país, porque uno primero sube las cuestas bañado en sudor y luego las desciende dejándose deslizar por ellas. De ese modo, el ciclista recuerda las pendientes tal como son, mientras que al automovilista sólo le impresionan las colinas de considerable altura".

Ernest Hemingway era ciclista
Erik Brouwer

2 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

La velocidad a escala humana.
Salud
Francesc Cornadó

Higinio dijo...

Incluso la bici es demasiado rápida para ver el paisaje, el mejor modo
de verlo y disfrutarlo es a pie.


Un fuerte abrazo, amigo Francesc Cornadó.