viernes, 15 de abril de 2011

Leer

Henry David Thoreau. Dibujado por Samuel Worcester.

No es de extrañar que Alejandro llevara la Ilíada consigo en sus expediciones en un precioso cofre. Una palabra escrita es la más escogida de las reliquias. Es algo a la vez más íntimo para nosotros y más universal que ninguna otra obra de arte. Es la obra de arte más próxima a la vida. Puede ser traducida a todas las lenguas, y no sólo leída, sino, en realidad, respirada por todo labio humano; no sólo ser representada en el lienzo o en el mármol, sino tallada con el aliento de la vida misma.

Los libros son la riqueza atesorada del mundo y la herencia apropiada de las generaciones y naciones. Los libros, los más antiguos y mejores, perduran natural y legitímamente en los estantes de cualquier casa. No defienden una causa propia y, mientras ilustren y mantengan al lector, su sentido común no los rechazará.

Traducción de Javier Alcoriza y Antonio Lastra

Walden
Henry David Thoreau

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