viernes, 13 de mayo de 2011

El barco de los muertos

Edward Wadsworth. El puerto de Dunkerque, Francia.

Contemplar los barcos en el puerto es prácticamente lo único que vale la pena para un marino, una vez que ha visto a las damas y cuando no tiene dinero suficiente para humedecerse la barriga. Al cine no es posible ir, porque no todas las lenguas resultan comprensibles, así, pues, lo único que queda por hacer es criticar otros barcos, su apariencia, su tripulación, el rancho, la paga, y reflexionar sobre la conveniencia de tripular éste o aquél o permanecer en el mismo en que uno se encuentra.

Traducción de Esperanza López Mateos

El barco de los muertos
B. Traven

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