martes, 10 de mayo de 2011

Viajes con Heródoto

Ryszard Kapuscinski, año 2005. Fotografiado por Carles Ribas.

Personas como Heródoto, útiles para los demás, en el fondo son muy desgraciadas, porque a la hora de la verdad están condenadas a la más absoluta de las soledades. Es cierto que buscan a otros congéneres; pero incluso cuando -a veces- les parece que los han encontrado en tal país o ciudad, cuando ya los han conocido a fondo, un buen día se despiertan con la sensación de que nada les une a ellos, que pueden marcharse de ese lugar en cualquier momento, pues de pronto descubren que las ha deslumbrado otro país y otra gente, y que el acontecimiento que ayer mismo las fascinaba ha palidecido, perdiendo todo sentido e importancia.
A la hora de la verdad no se atan a nada ni echan raíces profundas. Su empatía, aunque sincera, es superficial. La pregunta por el país que más les gusta de cuantos han conocido les causa cierto embarazo: no saben qué responder. ¿Que cuál? De una u otra manera, todos; todos tienen su interés. ¿Que a qué país les gustaría volver? De nuevo, cuestión embarazosa: jamás se han planteado preguntas semejantes. Seguro que les gustaría volver a emprender un viaje, ponerse en camino. El camino: he aquí lo que anhelan.

Traducción del polaco de Agata Orzeszek

Viajes con Heródoto
Ryszard Kapuscinski

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