domingo, 12 de junio de 2011

Una soledad demasiado ruidosa

Bohumil Hrabal, fotografiado por Ulf Andersen.

Hace treinta y cinco años que trabajo con papel viejo y ésta es mi love story. Hace treinta y cinco años que prenso libros y papel viejo, treinta y cinco años que me embadurno con letras, hasta el punto de parecer una enciclopedia, una más entre las muchas de las cuales, durante todo este tiempo, habré comprimido alrededor de treinta toneladas, soy una jarra de agua viva y agua muerta, basta que me incline un poco para que me rebosen los más bellos pensamientos, soy culto a pesar de mí mismo y ya no sé qué ideas son mías, surgidas propiamente de mí, y cuales he adquirido leyendo, y es que durante estos treinta y cinco años me he amalgamado con el mundo que me rodea porque yo, cuando leo, de hecho no leo, sino que tomo una frase bella en el pico y la chupo como un caramelo, la sorbo como una copita de licor, la saboreo hasta que, como el alcohol, se disuelve en mí, la saboreo durante tanto tiempo que acaba no sólo penetrando mi cerebro y mi corazón, sino que circula por mis venas hasta las raíces mismas de los vasos sanguíneos.

Traducción de Monika Zgustová

Una soledad demasiado ruidosa
Bohumil Hrabal

2 comentarios:

María dijo...

Un buen retrato de cómo terminamos los bibliotecarios después de varios años de lectura obligada o entusiasta. Un curioso recorderis, saludos desde Panamá.

Higinio dijo...

Es un retrato fidedigno. Y si al protagonista de la novela los libros se los traen,todo bibliotecario sabe lo que tiene que luchar para que su ayuntamiento aumente el escaso presupuesto para libros.


Un fuerte abrazo, amiga María.