sábado, 2 de julio de 2011

Viajes con Heródoto

David Roberts. Dendera, Egipto, 1838.

En el mundo de Heródoto, el individuo es prácticamente el único depositario de la memoria. De manera que para llegar a aquello que ha sido recordado hay que llegar a él; y si vive lejos de nuestra morada, tenemos que ir a buscarlo, emprender el viaje, y cuando ya lo encontremos, sentarnos junto a él y escuchar lo que nos quiera decir, escuchar, recordar y tal vez apuntar. Así es como, a partir de una situación como ésta, nace el reportaje.
De modo que Heródoto viaja por el mundo, encuentra a otros hombres y escucha lo que cuentan. Le dicen quiénes son, le cuentan sus vidas. ¿Pero cómo saben quiénes son y de dónde han venido? Ah, eso, responden, se lo han oído decir a otros, sobre todo a sus antepasados. Aquéllos les han transmitido sus conocimientos, igual que hacen ellos ahora transmitiendo los suyos. Esos conocimientos adquieren forma de relatos de lo más variado. La gente se reúne alrededor del fuego para contar historias. Más tarde se llamarán mitos y leyendas, pero en el momento en que se cuentan y se escuchan, todo el mundo cree que son purísima verdad, la realidad más real.

Traducción del polaco de Agata Orzeszek

Viajes con Heródoto
Ryszard Kapuscinski

2 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

Este dintel que aparece en la foto me inquieta.
El dintel es un elemento arquitectónico que soporta tensiones de flexo compresión. Cubre los vanos (puertas, ventanas, etc.) recibiendo cargas linealmente repartidas y las transmite a los apoyos situados en sus extremos.

Se han construido dinteles de madera, de acero, de hormigón y de piedra.

Parece que el hombre, con eso de que la arquitectura debe comunicar, ha querido expresar la tensión que sufren las fibras del material y, con buril en mano, ha grabado inscripciones tensionadas y siniestras en la superficie del dintel.

Las inscripciones en los dinteles de las puertas suelen advertir o prevenir. Algunas producen inquietud y otras provocan terror.

Lasciate ogne speranza voi ch'intrate

nos advierte el dintel de la puerta del infierno. Antes ya nos había avisado:

Per me si va ne la città dolente
per me si va ne l’etterno dolore
per me si va tra la perduta gente

En la puerta del templo de Apolo en Delfos la inscripción es esta:

γνωθι σεαυτόν

transliterado como gnóthi seautón o sea “conócete a ti mismo”

esto si que es una entrada al infierno pues si alcanzo este conocimiento corro el peligro de no soportarme jamás.

Higinio dijo...

Exquisito comentario. Las inscripciones dantescas producen temor y horror.Procuraremos no seguirlas. La del templo de Delfos la sorteamos hábilmente, al menos, cuando topamos con cosas que preferimos ignorar. Deseamos conocernos, pero hasta un límite.

Un fuerte abrazo, amigo Francesc Cornadó