lunes, 26 de septiembre de 2011

El poeta

Carl Spitzweg. El poeta pobre, 1839.

SABERSE trasterrado
sin pensar el motivo,
lejos del juego inútil
de fama y jerarquías.
Sintiendo que a ninguno
quita o estorba el aire,
estar solo, aplicado
al diáfano oficio
de un arte minucioso,
con la mansa paciencia
de empezar cada día
trenzando las palabras
en columnas de luz.
Acordar el pasado
y el dudoso futuro
con la imagen o el sueño
que tuvimos entonces,
amando los vocablos,
percibiendo en sus signos
nuestra voz más profunda,
y aceptar la elección
de este adverso destino:
el fracaso y la llama.

El abedul en llamas (1978)
Justo Jorge Padrón

2 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

Se trata de una elección en soledad, entre el fracaso y la llama.
El fracaso de las noches oscuras y la llama de una hoguera irreverente.
Salud
Francesc Cornadó

Higinio dijo...

Creo que esas "noches oscuras" de las que hablas, aunque estériles, son noches nutricias. Su oculto maná acabará cayendo más tarde o más temprano sobre el poeta.

Un fuerte abrazo, amigo Francesc Cornadó.