sábado, 11 de febrero de 2012
Aquellos veranos
Lentos veranos de niñez
Con monte y mar, con horas tersas,
Horas tendidas sobre playas
Entre los juegos de la arena,
Cuando el aire más ancho y libre
Nunca embebe nada que muera,
Y se ahondan los regocijos
En luz de vacación sin tregua,
El porvenir no tiene término,
La vida es lujo y va muy lenta.
Clamor
Jorge Guillén
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4 comentarios:
Una maravilla de poema. Qué bien recoge el tiempo sin límites de la infancia. Éste es el Guillén que más me gusta. Un saludo.
Los largos veranos de la infancia parecen contener la niñez entera, incluido aquel tedio que sentíamos al final. El verano actúaba en nuestras vidas como un momento de tránsito, como una magia, un rellano antes de acometer el siguiente tramo de la vida. Maravilloso Guillen. Saludos cordiales.
Ciertamente el poema retrata fielmente el tiempo de la niñez cuando los días eran infinitos y dorados...
Un Guillén certero y mágico.
Un fuerte abrazo, amigo Chimista.
Tienes razón, eran largos los veranos de la niñez, y también los veranos de la adolescencia. El tiempo corría de otra manera.
Hoy, en la madurez, incluso hasta los inviernos nos parecen cortos.
Un fuerte abrazo, amiga Isabel.
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