sábado, 24 de marzo de 2012

Aforismos

Sello conmemorativo de Lichtenberg. Fuente: Wikipedia.

Cuando un predicador note que sus feligreses no lo escuchan, deberá hacer lo que hizo cierto doctor Alymer, obispo de Londres. Advirtiendo que la mayoría de los asistentes al oficio se dormía, empezó a leer en voz alta un pasaje de la Biblia en hebreo, en un ejemplar de bolsillo que llevaba consigo, y al instante todos prestaron atención. Él entonces, les dijo: "¡Qué gente tan docta y refinada sois! ¡Prestáis atención cuando os leo un texto del que no entendéis una palabra, y os dormís cuando os hablo, en vuestra lengua materna, de cosas sobre las cuales reposa la salvación de vuestras almas!

Traducción de Juan del Solar

Aforismos
Georg Christoph Lichtenberg

2 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

Parece que este buen predicador estaba empeñado en salvar las almas. ¡Menudo berenjenal!
Salud

Higinio dijo...

Se ve que era un predicador muy peculiar, a su manera se preocupaba por sus feligreses, empeño que en la actualidad muy pocos predicadores cumplen.

Un fuerte abrazo, amigo Francesc Cornadó.