Cada mañana, despertarte en un punto distinto del vasto desierto. Salir de tu tienda y encontrarte en el esplendor de la mañana virgen; estirar los brazos, estirarte medio desnudo en el aire frío y puro; sobre la arena, liarte el turbante y envolverte en los velos de lana blanca; emborracharte de luz y de espacio; conocer, al despertar, la despreocupada embriaguez de solamente respirar, de solamente vivir...
Tomado del libro de Roselyne Chenu, El desierto. Pequeña antología.
Traducción de Plácido de Prada
Traducción de Plácido de Prada
El desierto
Pierre Loti
2 comentarios:
Es como un legionario que fue a servir a la patria y se encontró con el desierto. ¡Qué poca cosa la patria!
Marguerite Yourcenar dijo 'Mi primera patria fueron los libros', y no tengo duda de que incluirá también a las personas de buena voluntad.
Un fuerte abrazo, amiga Marta.
Publicar un comentario