domingo, 15 de abril de 2012

El Dorado

Donald Bolduc. Bosque azul.

"Para escribir libros no existe fin", se lamentaba el predicador; y no se daba cuenta de cómo estaba promocionando las letras como ocupación. No hay final, efectivamente, para escribir libros o efectuar experimentos o viajar o acumular riquezas. Un problema da lugar a otro problema. Podemos estar estudiando siempre y nunca llegamos a ser tan cultos como querríamos. Nunca hemos esculpido una estatua digna de nuestros sueños. Y cuando hemos descubierto un continente o cruzado una cadena de montañas, es sólo para encontrar otro océano y otra llanura en el otro lado. En el universo infinito hay lugar para nuestra diligencia más vertiginosa y para la calma. No sucede como con las obras de Carlyle, que se pueden terminar de leer. Incluso en un rincón del mismo, en un parque privado, o en los alrededores de una simple aldea, el clima y las estaciones siguen siendo tan cambiantes que, aunque nos paseemos por allí toda nuestra vida, siempre habrá algo nuevo que nos sorprenda y nos deleite.

Traducción de Mary Sol de Mora

Virginibus puerisque y otros escritos
Robert Louis Stevenson

2 comentarios:

Isabel Barceló Chico dijo...

Para disfrutar de nuestro entorno (y de las sabias palabras de Stevenson) necesitamos aprender a mirar. Saludos cordiales.

Higinio dijo...

¡Cuánta razón tienes! Pero, incluso sabiendo mirar, qué pocas veces miramos las cosas con aprecio y estima.

Un fuerte abrazo, amiga Isabel.