Donald Bolduc. Bosque azul.
"Para escribir libros no existe fin", se lamentaba el predicador; y no se daba cuenta de cómo estaba promocionando las letras como ocupación. No hay final, efectivamente, para escribir libros o efectuar experimentos o viajar o acumular riquezas. Un problema da lugar a otro problema. Podemos estar estudiando siempre y nunca llegamos a ser tan cultos como querríamos. Nunca hemos esculpido una estatua digna de nuestros sueños. Y cuando hemos descubierto un continente o cruzado una cadena de montañas, es sólo para encontrar otro océano y otra llanura en el otro lado. En el universo infinito hay lugar para nuestra diligencia más vertiginosa y para la calma. No sucede como con las obras de Carlyle, que se pueden terminar de leer. Incluso en un rincón del mismo, en un parque privado, o en los alrededores de una simple aldea, el clima y las estaciones siguen siendo tan cambiantes que, aunque nos paseemos por allí toda nuestra vida, siempre habrá algo nuevo que nos sorprenda y nos deleite.
Traducción de Mary Sol de Mora
Virginibus puerisque y otros escritos
Robert Louis Stevenson
2 comentarios:
Para disfrutar de nuestro entorno (y de las sabias palabras de Stevenson) necesitamos aprender a mirar. Saludos cordiales.
¡Cuánta razón tienes! Pero, incluso sabiendo mirar, qué pocas veces miramos las cosas con aprecio y estima.
Un fuerte abrazo, amiga Isabel.
Publicar un comentario