N. C. Wyeth. Ilustración para el Scribner's Magazine.
Admitamos una cobardía: no conozco otra labor ni otro placer que el de leer y escribir, y sin embargo, no sé con certeza lo que es un escritor. Sé que escribir un libro, es decir, intentar ordenar sombras, regular vaguedades o edificar con sueños, es una tarea atroz y maravillosa al mismo tiempo. Sé que hay un instante en ese camino en el que el autor siente que todo aquello que ha escrito y escribirá en el futuro es inútil y absurdo, carroña para los buitres del tiempo; siente que a nadie le importan sus palabras, que de nada vale dejarse los ojos temerarios y la vida en ese estúpido empeño. Sé también que de ese abismo me salva la lectura de otros autores, la confirmación de su belleza y la fe (del todo gratuita) de que quizá mis libros tengan algún lector en el mundo destinado a sus páginas.
Sigo sin saber lo que es un escritor, pero después de esta breve divagación me atrevo a proponer una fórmula: Escritor es el hombre que ha comprendido que un libro, no siendo mucho, es algo infinitamente más valioso que su propia vida.
Sigo sin saber lo que es un escritor, pero después de esta breve divagación me atrevo a proponer una fórmula: Escritor es el hombre que ha comprendido que un libro, no siendo mucho, es algo infinitamente más valioso que su propia vida.
Enciclopedia personal
Bruno Mesa
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