sábado, 20 de octubre de 2012

Un americano en Nueva York y en París

Ruth Orkin. Nueva York, 1952.

Todos intentan, antes o después, explicarse la predilección que sienten por Nueva York. Un hombre que trabajó para mí, la amaba porque, si le venía insomnio, podía levantarse e ir a uno de los cines que permanecen abiertos toda la noche. Es una razón tan buena como otra cualquiera.
De vez en cuando nos vamos por varios meses seguidos, y cuando volvemos es siempre con un sentimiento de "A Dios gracias, ya estamos en casa". Y realmente la única explicación que puedo hallar para describir lo que pienso de mi Ciudad es que si uno ha vivido en Nueva York, uno no puede ya vivir en otra parte. Nueva York, con todos sus vicios y todos sus esplendores, es un mundo donde es posible el anonimato. ¿Que más se puede pedir?

Traducción de Natividad Masanes

Un americano en Nueva York y en París
John Steinbeck

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