jueves, 22 de noviembre de 2012

Arde el mar

Ilustración de Arantza Sestayo.

Oh ser un capitán de quince años
viejo lobo marino las velas desplegadas
las sirenas de los puertos y el hollín y el silencio en las barcazas
las pipas humeantes de los armadores pintados al óleo
las huelgas de los cargadores las grúas paradas ante el cielo de zinc
los tiroteos nocturnos en la dársena fogonazos un cuerpo en las aguas con sordo estampido
el humo en los cafetines
Dick Tracy los cristales empañados la música zíngara
los relatos de pulpos serpientes y ballenas
de oro enterrado y de filibusteros
Un mascarón de proa el viejo dios Neptuno
Una dama en las Antillas ríe y agita el abanico de nácar bajo los cocoteros

Arde el mar
Pere Gimferrer

4 comentarios:

Marta Ortiz dijo...

Jejejejejj! Como que se extraña algo, no?
Hay una palabra -saudade-, es la palabra que mejor lo dice.

Un abrazo Higinio, gracias!

Higinio dijo...

Extrañamos los lejanos tiempos de la infancia y de la adolescencia. Los tiempos de los tebeos y de las películas de piratas. La palabra saudade, como bien dices, es la acertada.

Un fuerte abrazo, amiga Marta.

Marta Ortiz dijo...

En realidad es más Higinio. Lo que extraño es lo mismo que extrañaba cuando leía novelas de aventura en la infancia, extraño la aventura

Higinio dijo...

La aventura supone cambio. Las obligaciones y deberes nos obligan a ser sedentarios. Sin embargo, ese "extraño la aventura" que comentas está en nuestro espíritu, es indefinible y propio de cada uno. Pero que nunca se apague esa llama.

Un fuerte abrazo, amiga Marta.