martes, 26 de febrero de 2013

Querido libro mío

Georg Friedrich Kersting. El lector elegante.

Hay libros que forman parte de nuestras vidas. En cierto sentido, cada cual a su modo, cuantos hemos ojeado, consultado o leído. Pero algunos, aunque no tantos, se tejen con nuestra identidad, logrando precisamente que no sea siempre idéntica. Y aún más, pocos, a veces incluso solo uno, son determinantes para que seamos quienes somos, en ocasiones abandonando posiciones ya establecidas. Y quizá consideramos que cierto libro es el libro sin el cual todo sería distinto. No siempre pensamos que habría de serlo para los demás. Decir su título es prácticamente una confesión, y no descartamos que lleguemos a contarlo, pero ya sería una confidencia. Nuestra relación con él es literalmente amorosa o, más precisamente, erótica. Es querido, próximo y siempre nos dice algo. Y nos gusta.
Podríamos abrirlo por cualquier página y, aunque no la recordemos, tenemos memoria de lo que todo el texto destella en cada párrafo. Lo releemos como quien explora una relación viva, no con afán de añadir un resto valioso, un trofeo o un vestigio a la galería de nuestro afán conquistador, sino de hallar amparo, aire, sustento para el deseo. Y siempre está ahí, no como un yacimiento, sino como un manantial.

Darse a la lectura (2012)
Ángel Gabilondo

2 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

Sí, forman parte de nuestra existencia, los amamos, los tenemos junto a la cabecera, los manoseamos, leemos y volvemos a leer, olemos sus páginas de perfil. Agh! ¿qué pasará con los libros digitales? ¿tendremos una relación de amor virtual con un e-book?
Salud
Francesc Cornadó

Higinio dijo...

Confiemos en que el libro impreso perviva por los siglos de los siglos. Tocar los libros y manosearlos es un placer, algo imposible con el libro digital. Forman parte, como dices, de nuestra existencia.Son como seres entrañables y hermosos, algo que nunca será el libro digital.

Un fuerte abrazo, amigo Francesc Cornadó.