miércoles, 13 de marzo de 2013

Los nombres de los ruidos

Peter Handke, foto tomada del diario Clarín (Argentina).

El ruido de las cortinas agitadas por el viento se llama, como tal, ondear; se lo puede también comparar con el susurro del fuego entre las brasas de una estufa de carbón; si la cortina es de tela más fuerte, su ruido se llama entonces flamear; este término se usa también para banderas. Al ruido de la arena que el viento arroja contra los vidrios de las ventanas se lo puede llamar crepitar; es también posible compararlo con el fino golpeteo de una lluvia sobre un techo de cinc; el golpeteo más fuerte de una lluvia sobre un techo de cinc se denomina tamborileo. El ruido del ropero que se abre a impulso del viento se puede designar como quejido. El ruido que hace el viento en los álamos mojados puede compararse con el quedo murmullo del agua. El ruido de la rueda de acero que el viento hace rebotar contra la pared del granero, allá abajo, en el patio, es conocido como estrépito. El ruido de la hierba mojada que mueve el viento puede llamarse siseo; habitualmente se lo compara también con el ruido de la leña encendida que es sumergida en el agua. Si los tallos de los pastos están marchitos, el ruido que en ellos hace el viento será denominado crepitar. Se llama traqueteo al ruido que hacen los guardabarros flojos de una bicicleta. El ruido de un cable tendido al viento puede ser llamado zumbido. El ruido de las camisas mojadas que cuelgan del alambre, en el viento, parece un palmoteo; frecuentemente, este palmoteo de las camisas colgadas sobre el alambre al viento es comparado con un sordo aletazo. El indistinto aleteo de una gran bandada de pájaros pequeños o muy distantes se denomina vibración. El ruido que hace la puerta del granero del otro lado del patio, contra la pila de leña, sería como un estampido. Si las tablas o los listones han sido carcomidos por la humedad, en cualquiera de ambos casos, el embate de la puerta contra la pila de leña también es llamado crepitar. El ruido de la bicicleta antes de caer se llama chirrido. El ruido de las ruedas que sigue girando se llama surrido(1). El ruido de la vara que antes había golpeado las piedras se llama trallazo.

1. Esta palabra no existe como tal en castellano; tiene sólo valor onomatopéyico, lo mismo que Surren en alemán. (N. del T.)

Traducción de Francisco Zanutigh Núñez

Los avispones (1966)
Peter Handke

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