Harry Kwinkelenberg. Tintero y pluma.
Sólo existen objetos cotidianos:
son los que nos liberan de la muerte,
los que más tenazmente trazan lindes
entre la realidad y lo ficticio.
Son templos frente al tiempo,
y en su débil materia prevalecen.
La cerámica azul de los tinteros,
plumas antiguas, cajas venecianas,
relojes que negarán las horas.
Sólo esto existe: lo que me acompaña
en la magia distinta de este cuarto.
Libros y cartas, la música, las fotos.
Sólo esto existe: la ventana miente.
El paisaje infinito (1992)
Juan Lamillar
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