miércoles, 3 de julio de 2013

El momento de composición

Shen Zhou (1407-1529). Poeta en la montaña.

El momento de composición del haiku ha de ser de gran serenidad para el poeta. El haiku es intuición, iluminación y el torrente de emociones puede nublar el ojo poético. La expresión resultará así ajustada a unos sentimientos ya en remanso. Otsuji nos lo hace ver así: "Cuando uno está abrumado por la pena, esa pena no puede producir un haiku. Cuando uno está jubiloso e inmerso en felicidad, ese sentimiento no puede producir un haiku".
Los sentimientos de alegría, tristeza e ira son subjetivos y no brotan de la experiencia. Aquí hemos de recordar por su analogía lo que Zeami, uno de los creadores del teatro Noh en el siglo XV, nos dice a propósito del actor que ejecuta una danza del demonio: "aun cuando sus pies golpeen el escenario con frenéticos movimientos realistas, la parte superior del cuerpo debe permanecer en calma". "Esta combinación de violencia y serenidad -añade Keene-, como la de realismo y estilización, dejaría su huella en el Kabuki y en el Jooruri a lo largo de toda su historia (...). Esta armonía entre contrarios se encuentra muy próxima al genio del teatro japonés".
Aplicando al haiku este principio diríamos que aunque las manos del poeta estén trazando los caracteres más elocuentes y las frases más incisivas, su espíritu debe permanecer imperturbable. El momento de composición para el artista coincide con la fórmula china para pintar bambúes que cita Suzuki, el gran monje investigador del Zen, en su obra "El Zen Budismo y su influencia en la cultura japonesa": "Dibuja bambúes por diez años, hazte un bambú; después olvida todo lo que sepas sobre bambúes mientras estás dibujando".
El hecho mismo de escribir es un acto de iluminación.

El haiku japonés (1972)
Fernando Rodríguez-Izquierdo

2 comentarios:

Marta Ortiz dijo...

Algo así sucede.
Lo que me cuesta entender es porqué nunca antes había escrito de esta manera. Tal vez sea porque estaba estudiando y vivendo, como dice acá.
No es algo que uno haga a consciencia, solo sucede. Uno saca la primer palabra y todo sale como cuando vacías lentamente una taza. Eso es.
Uno se siente en parte extraña a lo que sucede, está flotando a gran distancia por encima. Y uno toma de acá y de allá a medida que se abren puertas sin esfuerzo alguno. Clac, clic...clac
Uno no sabe cuándo va a empezar, un contacto dispara la cosa, uno no planea. No es algo que uno pueda hacer a pedido y es irrepetible.
Es algo muy raro.

Higinio dijo...

Escribir es tal como lo cuentas. No hay dos escritores iguales y cada uno escribe a su manera. Escribir es raro, como dices, e incluso misterioso.

Un fuerte abrazo, amiga Marta.