domingo, 8 de diciembre de 2013

La carreta atascada

Jean de La Fontaine. Imagen tomada de la Wikipedia.

Al faetón de un vehículo de heno se le atascó el carro. El hombre se hallaba bastante lejos de toda ayuda, en pleno campo. Para ayudar al carro atascado en lugar tan poco propicio, nuestro carretero reniega y jura cuanto puede, maldiciendo en su furor extremo ora contra los charcos, ora contra las bestias, ora contra el carro y hasta contra él mismo. Al fin, invoca al dios cuyos trabajos son famosos en el mundo entero.
-¡Oh Hércules -le dice-, ayúdame! Si tu espalda ha sostenido el cielo, tu brazo podrá sacarme de este sitio.
Terminada su plegaria, oye desde las nubes una voz que le habló de esta manera:
-Hércules exige que primero se sude; luego ayuda a los hombres. Busca la piedra que te detiene; quita de alrededor de las ruedas ese maldito barro que sube hasta el eje; coge tu pico y parte el pedrusco que te estorba; llena, en cambio, ese surco. ¿Lo has hecho ya?
-Sí -contesta el hombre.
-Bien; voy a ayudarte -dice la voz-; coge la vara.
-Ya la tengo. ¿Qué es esto? ¿El carro marcha? ¡Alabado sea Hércules!
Y la voz entonces:
-Ya has visto cómo las bestias han salido fácilmente del atasco.
Ayúdate, que el cielo te ayudará.

Traducción: Editores Mexicanos Unidos.

Fábulas completas
Jean de La Fontaine (1621-1695)

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