Eugénio de Andrade en 1997. Foto: Escritas.org.
A pesar
de que la luz haya empezado a roerme los ojos, no es todavía tiempo de
entregarme a coleccionar cajitas de rapé o luces crepusculares, ni para
hacer coro a esa gente del norte que recibe a la niebla en casa y la
invita, por lo menos una vez por semana, a cenar.
Desde
la vulva inicial, el hombre no es más que camino. ¿Hacia dónde? Eso es
lo que no sabemos. ¿Pero merece la pena preguntarlo?
14-1-86
Traducción de Ángel Crespo Vertientes de la mirada
Eugénio de Andrade
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