martes, 15 de diciembre de 2015

Discurso de César a las legiones

Julio César antes de cruzar el río Rubicón. Ilustración de Peter Dennis.

Cuando la mano cese de agitarse, y el labio
de probar a decir; cuando termine
de organizar mi destrucción, y empiece
a organizar mi olvido; cuando sea
cosa  o, menos aún, huella de un gesto
o, menos todavía, referencia
de una mancha muy diligentemente
borrada; cuando acaben
las solubles escorias, los minados
terrones, la humareda,
de difundirse y alejarse y verse
sumidos en un hondo saco vacío; cuando
nada esté como está, como no estuvo
nunca; cuando ya nadie
entienda nunca lo que es nunca, y siempre
simule siempre eternedidades nuevas;
cuando otros muerdan el engaño, herido
el paladar, y crean a pie firme
que están y son, etcétera; y más tarde,
cuando ya no haya nada que creer o ninguno
que crea; cuando no haya
ninguno; cuando todas las funciones
acaben, se desnuden los actores
de disfraz y de piel, se vaya el público
a recogerse y a dormir, se apaguen
las luces, y las ratas
busquen en las plateas
algún trozo de chicle húmedo; cuando mueran
también las ratas y los apetentes
gusanos de las ratas y los parvos
animales (o plantas) que devoran
gusanos de las ratas; cuando hundan
su estriado prestigio los fustes; cuando el brillo
se ensombrezca, y la sombra
se difumine; cuando
todo se suma en largo silencio, y no haya un solo
signo que descifrar, habré vivido.

Épica menor (1973)
Alfonso Canales

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