domingo, 6 de diciembre de 2015

La marea del tiempo

Raúl Carlos Maícas. La marea del tiempo.

LA CABEZA EN LAS NUBES. La vida, explicaba Alfonso Paso con toda su castiza elocuencia, es como una naranja: «por fuera, bonita; por dentro puede resultar ácida, pero nuestra obligación es pelarla y comérnosla». Sin embargo, el futuro es un manjar a menudo tan tóxico, me incomoda y atemoriza tanto, que prefiero ignorarlo. Simplemente no existe. No lo reconozco. El pasado, por contra, nos lastra en exceso. Se siente uno enjaulado por las raíces, asediado por el invisible yugo de la tradición, víctima de los deberes de la sangre. De ahí que me seduzca más vivir con intensidad el presente. Vivir sin modelos. Convertir cada día en un pequeño gesto de disidencia civil. Y hacerlo sin desdenes y aspavientos, apurando su esencia. Como habitante de un espacio ético en el que sea capaz de sentirme verdaderamente libre. Sin almanaques ni agendas que programen nuestra rutina. Sin cortapisas que nos impidan decir en voz alta lo que otros callan. Somos seres mutantes, contradictorios, frágiles y huidizos, en permanente metamorfosis. Crisálidas que habitan en la incertidumbre porque, como escribió el gran Shakespeare , «sabemos lo que somos, pero aún no sabemos lo que podemos llegar a ser».

La marea del tiempo (2007)
Raúl Carlos Maícas

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