viernes, 15 de enero de 2016

La ciencia de la felicidad

Ohara Koson. Cuervo, 1910.

¿Cómo se hace uno feliz? El secreto de la felicidad es lo que todos quisieran conocer. No queremos que el lector tenga que recorrer todo el libro para saberlo: preferimos desvelarlo desde el principio.
Una fábula de origen tibetano habla de un joven que decidió emprender un viaje en busca del secreto de la vida. Vagó durante años pero no encontró a nadie que supiera revelárselo. Finalmente, un anciano eremita, que vivía en soledad en las montañas, le dijo que conocía a alguien que podría revelarle el secreto, y le habló de un viejo cuervo, que habitaba en una selva donde nunca penetraban los rayos del sol, en la otra parte del continente. El joven atravesó ríos y llanuras, montañas cubiertas de hielo y desiertos. Pasaron muchos años. Cuando llegó a la selva ya no era joven, y allí se perdió. Vagabundeó durante mucho tiempo en la oscuridad, entre enormes troncos, hasta que, perdida toda esperanza, un día cayó extenuado a los pies de un gran árbol. 
Un rayo de sol había logrado penetrar entre el follaje, y se había posado en una rama muy alta. En aquella mancha de luz, un viejo cuervo se limpiaba las plumas con el pico. El viajero se extremeció, levantó los ojos y gritó:
—¡Viejo cuervo! ¡Viejo cuervo!
El pájaro miró hacia abajo con curiosidad, ahuecó las plumas y sacudió las alas.
—Dime: ¿cuál es el secreto de la vida?
—¡Búscalo por ti mismo! —graznó el cuervo. Y salió volando.
Aquel era el secreto de la vida. Y la historia se podría contar de nuevo, para el secreto de la felicidad. Es muy difícil que otro pueda descubirlo por nosotros. Nos parece que es un secreto que sólo se puede hallar con las propias fuerzas. En ello radica su belleza y su misterio. Si la felicidad fuera un plato preparado, muy buscado y difícil de encontrar, atraería sólo a algunos gastrónomos refinados. Sería, en el fondo, una experiencia exclusiva.
Nos parece que lo cierto es lo contrario: se trata de una experiencia abierta a todos. Es más, la búsqueda de la felicidad presenta grandes ventajas respecto a muchas otras actividades y ocupaciones humanas: no requiere especiales medios económicos, no presupone un nivel de instrucción elevado, no necesita de amistades poderosas. Además, la felicidad no parece tener contraindicaciones: es tan saludable para la persona que la descubre como para aquellas otras con las que se relaciona.
Parece evidente que cada uno llega a la felicidad, si alguna vez llega, de una manera estrictamente personal. También por eso constituye una conquista tan importante. Pero es así mismo verosímil que las condiciones de la felicidad, como las de la existencia, son análogas para todo ser humano: las diferencias individuales estarán en los medios y en las vías más eficaces para conseguirla.
Por difícil que la vida pueda ser, vivimos en este mundo. Por esta sencilla razón, aspirar a la felicidad no es pedir demasiado.

Traducción de Francisco J. Ramos

La ciencia de la felicidad (1998)
Francesco y Luca Cavalli-Sforza

2 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

Es la búsqueda, el esfuerzo incesante, en definitiva la travesía.
Un saludo
Francesc Cornadó

Higinio dijo...

Es cierto. El camino como meta. Recordando siempre las aclaratorias palabras del cuervo.

Un fuerte abrazo, amigo Francesc Cornadó.