lunes, 8 de febrero de 2016

Juan de Mairena

Antonio Machado, retratado por M. C. F. Oliv.

XXIII
Pero, además, ¿pensáis —añadía Mairena— que un hombre no puede llevar dentro de sí más de un poeta? Lo difícil sería lo contrario, que no llevase más de uno.

Después de la verdad —decía mi maestro— nada hay tan bello como la ficción.

Los grandes poetas son metafísicos fracasados.
Los grandes filósofos son poetas que creen en la realidad de sus poemas.
El escepticismo de los poetas puede servir de estímulo a los filósofos. Los poetas, en cambio, pueden aprender de los filósofos el arte de las grandes metáforas, de esas imágenes útiles por su valor didáctico e inmortales por su valor poético. Ejemplos: El río de Heráclito, la esfera de Parménides, la lira de Pitágoras, la caverna de Platón, la paloma de Kant , etc., etc.
También de los filósofos pueden aprender los poetas a conocer los callejones sin salida del pensamiento, para salir —por los tejados— de esos mismos callejones; a ver, con relativa claridad, la natural aporética de nuestra razón, su profunda irracionalidad, y a ser tolerantes y respetuosos con quienes la usan del revés, como don Julián Sanz del Río usaba su gabán, en los días más crudos del invierno, con los forros hacia fuera, convencido de que así abrigaba más.

Juan de Mairena (1936)
Antonio Machado 

2 comentarios:

Francesc Cornadó dijo...

Filósofos y poetas se complementan, los unos aprenden de otros y viceversa. Existe una metáfora filosófica que plantea muchas preguntas y existe una razón poética que suministra muchas respuestas.
Las palabras de Machado son tan sabias como claras.
Saludos
Francesc Cornadó

Higinio dijo...

Certeras palabras. Hay momentos en que la filosofía, la ciencia y la poesía van de la mano. Todo lector lo agradece.

Un fuerte abrazo, amigo Francesc Cornadó.